Jorge Santos

Los guatemaltecos hemos sido partícipes desde 2015, de proceso de identificación y desmantelamiento de al menos un par de estructuras criminales, que desde hace décadas han mantenido al Estado secuestrado y que entre otras causas, han sido las responsables de los privilegios a un pequeño grupo de poderosos. De esa cuenta, es que a la fecha tenemos dos grandes vertientes en donde estas redes criminales, están afrontando los procesos judiciales en su contra; por un lado los militares en situación de retiro que están en los procesos de Justicia Transicional, por las graves violaciones a derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno y por el otro militares en activo que junto a empresarios, políticos, funcionarios están en los procesos de corrupción, malversación de fondos públicos, impunidad, financiamiento ilícito, entre otros delitos.

Este hecho a todas luces positivo para el país y la configuración de otro modelo de Estado y Desarrollo, ha logrado juntar a la gran mayoría de estas estructuras, que si bien estando presos en el mismo recinto, cuentan afuera del Sistema Penitenciario con otras y otros miembros operativos, que han diseñado una estrategia que les garantice la impunidad. Esta estrategia tiene al menos tres elementos que la configuran.

Primero, está el reacomodo de las mafias, que al amparo de los procesos, deciden tomar control de los negocios que han dejado los hoy detenidos, pero también está el reacomodo del posicionamiento territorial de las mismas. Estas estructuras que tienen en su seno, no sólo el cometimiento de actos de corrupción o se dedicaron en el pasado a desaparecer forzosamente o ejecutar masacres, hoy también se dedican o dedicaban a otras ramas del crimen organizado y de esa cuenta que al caer en desgracia o en prisión, son otras cabezas dentro de las mismas estructuras las que asumen el liderazgo. Son estas nuevas posiciones las que encabezan el clima de violencia y muerte contra periodistas y defensores de derechos humanos en muchos de los territorios, por ejemplo Alta Verapaz.

En segundo orden, está la estrategia jurídica, que tendrá nuevamente como columna vertebral, la cooptación de operadores de justicia que les servirán a lo largo del proceso penal, pero también se sostendrá sobre el ya típico litigio malicioso que ha sido la forma de actuar de las defensas de los impunes, violadores de derechos humanos y corruptos. Por último, está el apartado comunicacional, que ha tenido como principal línea las redes sociales, particularmente la de aquellas organizaciones, fundaciones o personajes que vinculados a los militares implicados han generado. A esta pequeña, pero violenta campaña, se han sumado ahora algunos medios digitales y canales de televisión abierta que convertidos en órganos de divulgación de estas estructuras criminales, dan paso a una operación feroz contra los que luchan por la Justicia y un país distinto al actual. De esa cuenta, es que las y los guatemaltecos honestos y que aspiramos un país democrático, equitativo y con justicia social debemos cerrar filas y no permitir que la estrategia de los impunes cuaje.

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