Ayer, la CICIG emitió un informe con el que desestima los alegatos sobre un potencial retardo intencionado de una investigación por corrupción por compra de granos básicos y presentó evidencias de por qué los argumentos contra la Fiscal Thelma Aldana no tienen fundamento y, además, hay evidencia dura y clara de que se ha actuado y avanzado de manera correcta. Seguramente, los enemigos del cambio y beneficiarios del sistema deben preguntarse “Y ahora, ¿qué?”.

Es importante que retomemos el tema de lo rentable que es para algunos el haber mantenido el control prácticamente absoluto del Estado y lo que costará quitárselos porque cuentan con los recursos para hacer cualquier tipo de campaña y, además, porque sin escrúpulo alguno pueden emprender la tarea que sea a cambio de beneficiarse con los millones que les han dado tanto poder.

Y como ejemplo, tenemos el caso de cómo ha sido saqueado el Sistema de Salud y la muerte de tantos guatemaltecos por falta de insumos y medicinas; o este caso en el que los granos básicos para atender a las víctimas del hambre, habrían servido para enriquecer a los mañosos; o cuando el programa de fertilizantes para las familias con economía de subsistencia, se convierte en sobreprecios y comisiones.

Seguramente que se vendrán otros ataques como parte de la estrategia de defensa del sistema, ese que quería y necesitaba la impunidad para que no se alcanzara a los corruptos. Pero también tenemos que estar claros que así como hace unos meses fue la Corte Suprema de Justicia la que quiso actuar contra Aldana y las demás estrategias mediáticas y operativas con las que han querido impactar a la CICIG o al MP, vendrá alguna más para intentar, como león herido, debilitar los esfuerzos por cambiar de raíz la situación del país.

Lo que sí es dramático es que la sociedad, que se sigue creyendo en muchos casos la responsable de haber “botado al gobierno patriota”, termina callándose cuándo se trata de hablar de la corrupción, de la evasión y de los métodos tan inhumanos que se usan para hacer dinero sucio.

Y es que muchos terminan siendo cómplices porque en distintos niveles han participado en hechos que les dieron beneficios ilícitos. Y es por eso que surge un sistema de “comprensión” hacia algunos acusados y de condena hacia esa justicia tan incómoda que “no entiende la forma de hacer negocios en Guatemala”.

Mientras la sociedad siga siendo permisiva, más chance tienen los que están hoy pensando: “Y ahora, ¿qué?” cuando se ponen a pensar de qué manera a Iván Velásquez o a Thelma Aldana pueden quitarlos del mapa.

Artículo anteriorQue pasen sus listas
Artículo siguienteGalería El Attico expone «Catarsis»