Raymond J. Wennier

En el año 2002 escribí sobre la educación en Guatemala en el año 2025. Revisé mi escrito y considero interesante ver lo que hace catorce años plantee como posibilidades; a nueve años de llegar al año 2025, juzgue usted lector.

He aquí lo que entonces escribí. “Este artículo plantea algunos de mis pensamientos acerca de cómo visualizo la educación en Guatemala dentro de 23 años, una generación. Los hijos de los graduados de Secundaria en este año 2002, tendrán aproximadamente entre 15 y 20 años de edad y estarán pensando en el futuro cercano, unos cuantos años, iniciar la formación de una familia.

Veo que la educación no será en centros grandes como los institutos y colegios de hoy día, de 500 a 1,000 alumnos o más. No serán transportados 40 alumnos por bus, de un lado a otro de la ciudad para asistir a determinado centro educativo. Estos, sean estatales o privados, estarán más cercanos a los alumnos, su área de influencia.

Veo que los maestros serán más y mejor preparados académicamente, de acuerdo a la tecnología educativa de ese año y por ende serán más tutores, organizarán, coordinarán y proveerán mejores experiencias educativas.

Pienso que cada maestro trabajará con un grupo más pequeño de alumnos y así individualizar o personalizar su educación porque habrá más atención personal. Se utilizará más gente de la comunidad como recurso adicional en el proceso educativo.

Creo que el uso de MRI´s o su pariente futuro, aún más avanzado, será generalizado para poder conocer al niño, niña y sus fuentes de percepción más fuertes, antes de iniciar su escolaridad. Se conocerán sus áreas fuertes, dónde necesitará mayor atención, cómo está organizado su cerebro y hasta probablemente una indicación hacia qué campo o área de concentración quiera dedicarse en el futuro.

Veo que obviamente habrá más acceso a la tecnología para tener más fuentes de información y utilizarla para realizar actividades de aplicación en situaciones nuevas, resolver nuevos problemas cuando aparecen. No habrá laboratorios de Ciencias con equipo físicamente instalado en cada centro educativo. La Ciencia y la tecnología proveerán laboratorios virtuales y cada alumno podrá elegir en qué actividad científica quiere participar de acuerdo a su interés, edad y capacidad y realmente no tendrá limitantes. Los alumnos podrán acceder al conocimiento de las mejores mentes en el mundo con solo presionar uno de los botones de un menú.

El papel del maestro cambiará tremendamente, de un saberlo todo a un tutor que discutirá opciones de experiencia educativa para cada alumno. El maestro siempre va a poner la parte afectiva, valores, ética y moral en las experiencias educativas para mantener el balance que necesita todo proceso educativo.

Habrá un movimiento en la sociedad, de retorno a lo que sabemos como núcleo familiar. Por lo tanto habrá más involucramiento de todos los miembros de la familia en forma conjunta en la acción de realizar experiencias educativas.

Veo que la educación como acción y la respuesta como reacción, involucrarán a todo el ser humano, totalmente sistémico e integrador con su entorno.

Veo que el papel y lápiz no tendrán cabida en el 2,025. Todos los instrumentos a utilizar en el nuevo proceso educativo serán activados por voz. Por eso la comunicación en el más amplio sentido, jugará un mayor papel en ese entonces. Por lo tanto, los materiales, libros, cuadernos, como los conocemos hoy día, serán obsoletos.

Veo que en Guatemala cada comunidad tendrá las oportunidades por igual, a tener acceso a la educación que he descrito. La información no discrimina. El acceso por igual quita privilegios especiales para un grupo y no podrá usarlos en detrimento de otro”.

Hasta aquí lo que dije hace años. La visión futurística debe ser realmente un plan a largo plazo que debemos trabajar. Es “manos a la obra” y cambiar nuestro sistema educativo.

Artículo anteriorThelma Aldana y Claudia Paz
Artículo siguienteNi un pelo de pendejos