Por décadas todo el aparato del Estado se ha dedicado a funcionar para unos pocos y no importa si hay una nueva Constitución con apertura democrática, o se firman los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, se hace reforma del 93 o sucede cualquiera de los eventos con que se ha querido transformar Guatemala, pues siempre se quedan en lo mismo porque los paralelos tienen tanto poder y aglomeran tanta plata, que siempre ganan.
Hoy, cuando hemos por fin empezado a avanzar en la lucha por un sistema en que la ley impere, en que la institucionalidad funcione para la colectividad y no para lo individual, se viene con toda la fuerza el embate de los dueños de la finca para que asustando y arrebatando puedan mantener el control de los beneficios y el famoso “sistema” con que los pobres siguen poniendo los muertos, mientras los mismos pocos se quedan con todo.
Iván Velásquez, Thelma Aldana y todos los que de una u otra forma han participado en la batalla por derrumbar los muros de impunidad, serán el blanco de esos ataques que podrán ser con campañas de desprestigio u orquestando hechos de violencia. Recuerden que el miedo ha sido siempre un factor de utilidad cotidiana de los poderes oscuros.
Y también tenemos que recordar que dentro de toda esta ola de contundentes casos, han salido varias empresas de medios de comunicación que de manera directa se han beneficiado económicamente de la corrupción. Muchos de esos medios se han querido desvincular de quienes los han mantenido y siguen con una actitud falsa de querer proyectar objetividad, pero son puntales para sembrar los temas de la campaña de desprestigio contra los actores más importantes del sector justicia.
Esta batalla no puede ser como las demás en la que siempre se siguió el libreto para que las condiciones del sistema prevalecieran. El sistema, para los que no lo han entendido, es el secuestro del Estado que permite que sólo los mismos hagan plata tolerando la violencia y la impunidad como un costo aceptado a cambio de hacerse millonarios.
Si hace unas semanas preguntábamos quiénes eran los poderes en Guatemala, seguramente que empresarios, políticos, medios de comunicación y el disminuido ejército, serían mencionados por cualquiera. Pues ahora, esos son los integrantes de los famosos poderes paralelos y ocultos a los que se les está quitando la máscara.
Queremos volver a advertir que no es un tímido ataque. Todos los poderes, reales y paralelos, sienten los pasos firmes de una justicia que viene a poner orden y están dispuestos a cualquier cosa para detenerla.