El coeficiente Gini, medidor de los niveles de distribución de la riqueza en una sociedad, ha marcado tradicionalmente que Guatemala es uno de los Estados más disparejos porque a la vez se pueden encontrar los más “exquisitos” estilos de vida con millonarios ritmos de consumo y lujos extravagantes, hasta niños que se mueren de hambre en la calle, familias que viven en la extrema pobreza, desnutrición, hogares que no tienen acceso a energía eléctrica, agua potable o siquiera un techo.

Somos un país en el que las oportunidades que se deberían generar con el sistema de la cascada que les gusta pregonar a las corrientes conservadoras, se quedan en el mismo porcentaje mínimo pues hacen lo mismo que con los ríos y desvían la cascada para quedarse con el control absoluto de los recursos y los beneficios.

Y en ese mundo, es al que entran los políticos al llegar al poder. Así es como Vinicio Cerezo se sintió de “clase” porque le dieron su tarjeta American Express y como todos han terminado siendo esclavos del dinero y mal usando un poder que deberían poner al servicio de la gente y no como inflador de egos. ¿Se acuerdan cuando Colom y Torres “tenían” que viajar en avión privado de un “incondicional” que o era vendedor de gas propano u otro dueño de contratos para emisión de documentos? ¿Quién cree que no se pagó de vuelta ese colazo del pusilánime presidente?

Ahora vemos los gastos de Baldetti y Pérez, pero si tuviéramos acceso a los de sus antecesores no sería muy diferente lo que indigna, no solo por lo cachimbiro que terminan siendo, sino porque es decirle al pueblo de Guatemala que su objetivo, su misión y su obsesión es integrarse lo antes posible a ese mínimo porcentaje que lo tiene todo sin importarles esa mayoría que vive y se muere con nada.

Es indignante porque se vuelven máquinas de robar, y es por eso que se dejan utilizar por los empresarios que han hecho sus megafortunas a base de la transa corrupta. Es momento de recordarle al presidente Jimmy Morales que, aunque se enoje, un consejo sano es no aceptar más hoteles de gratis ni viajes de su familia en jet privado para ir a ver perder a la Selección.

Si pudieran, podrían echarse una búsqueda de José Mujica y ver cómo, un Presidente puede llegar a cumplir un trabajo con compromiso y hacerlo con honestidad. El día que haya un Mujica en Guatemala, se notará un cambio con la gente que, de verdad, necesita toda la atención.

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