Jorge Santos

En días como hoy, suele venderse una imagen masculina, que termina reforzando todo aquello de lo cual los hombres deberíamos alejarnos y darnos la posibilidad de repensar lo que deseamos ser y en la forma como realmente nos gustaría ser. Por alguna razón que en realidad desconozco, hoy se celebra en el país el Día del Padre y con ello toda la publicidad barata para celebrarlo y jamás como una forma de reflexión colectiva sobre nuestro papel y nuestro rol como hombres.

La sociedad patriarcal en la que vivimos, nos enseña a los hombres a que nuestro rol en la familia es la de proveer los recursos –tradicionalmente económicos- a las y los hijos y si no lo cumplimos, pues al final de cuentas no importa tanto, dado que esta misma sociedad legítima a todo aquel que incumple con este pervertido rol asignado; alejándonos en mucho de las verdaderas responsabilidades que como hombres debiésemos de asumir en la paternidad.

Y es que estas reflexiones son fundamentales en una sociedad, donde existen muchos casos de paternidad irresponsable, donde vivimos una realidad marcada por la violencia de género contra las mujeres y en contra de la niñez. Esperaría uno que estas reflexiones nos llevara a pensar y deconstruir todo aquello que esta sociedad patriarcal nos enseña y a construir una nueva masculinidad que nos dé la posibilidad de asumir roles distintos a los que históricamente nos han enseñados y que nos permita formar parte integral de aquellos y aquellas que inician su vida.

Y es que no sólo se trata de referir la tradicional y ya trillada frase del “yo ayudo en casa con mis hijos”, si no se trata de estar, de asumir en plenitud la crianza. Ojalá y cada vez más viéramos hombres asumiendo a sus hijos e hijas en todos y cada una de sus actividades diarias, tales como levantarse y dejar de pensar exclusivamente en uno y estar desde ese primer momento del día, en lo que implica la tarea paterna, llevarlos a tuto o cargados a nuestras actividades diarias, a nuestras responsabilidades diarias e ir rompiendo así las limitantes sociales, las barreras físicas que esta sociedad nos impone para asumir esta nueva forma de ser padre.

En el plano personal, yo me comprometo con mis dos pequeños hijos hacer mi mejor esfuerzo por repensarme constante y permanentemente para ejercer junto a mi compañera de vida, una paternidad que me permita formar parte de sus vidas y que nos permita a todos y todas en mi familia crecer en libertad, me comprometo a que en la cotidianidad junto a ellos construir nuevas formas de existencia en donde todos aprendamos las y los unos de los otros y empezar –tal vez así- a romper aquellas viejas y pesadas cadenas del machismo, el patriarcado y la violencia. Ojalá y podamos hoy reflexionar en torno a las formas en que como hombres deseamos estar en esta sociedad, porque la actual forma es un rotundo fracaso.

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