Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Si el lector también es un buen observador habrá podido apreciar que seguimos con la costumbre tradicional de solo quedarnos en la crítica, en el señalamiento y hasta la acusación por estarse haciendo a nuestro juicio las cosas mal o por tomar decisiones desacertadas de quienes evidentemente están interesados en cambiar a fondo las estructuras que tanto daño le han hecho al país y por su imperio nos llevó a la triste situación en que ahora nos encontramos. Por favor, entiéndaseme bien, mi intención al escribir este comentario no es para hacerles algún señalamiento, al contrario, es para invitarlos a participar activamente en la búsqueda de lo que sea mejor para el país y por ende para su población y no quedarse en la actitud de simple crítico observador.

Digo lo anterior, porque en más de una oportunidad he escuchado a muchos de mis conciudadanos quejarse de que el presidente Morales haya sancionado el mamarracho de reformas que el Congreso le hizo a la Ley Electoral y de Partidos Políticos pero, ¿por qué no hicieron señalamientos o acusaciones a viva voz, de tal manera que el clamor popular pudiera haber servido para influenciar el criterio del primer mandatario para no aprobar algo que, poco o nada, beneficia el desarrollo democrático de la nación? Lo que se avecina, después que el pasado jueves 9 de junio 2016 se abriera la segunda fase que finalizará el 28 de julio del presente año del Diálogo Nacional para la Reforma del Sector Justicia, es todavía más importante, puesto que cada uno de los diferentes temas se abordarán en forma independiente durante el resto del presente mes y del subsiguiente.

De esa cuenta le pregunto al estimado lector ¿está de acuerdo con la supresión total de la figura del antejuicio; apoya la inclusión del sistema jurídico indígena o está convencido que la carrera judicial debe ir desde la judicatura de paz hasta la Corte Suprema, con los cambios en la CC o para elegir al Jefe del MP? Bueno, pues este es el momento oportuno para escucharlo, para intervenir públicamente con el fin de producir aquellas reformas que real y verdaderamente conduzcan a lograr tres objetivos fundamentales: arrancar de raíz la corrupción en los organismos del Estado; acabar con la impunidad imperante y hacer por fin libre el ejercicio democrático en Guatemala.

Hoy más que nunca es el momento de actuar en provecho y defensa de lo nuestro, por lo que cabe recordar aquella famosa frase de la madre de Boabdil cuando se perdió el último emirato árabe en la península ibérica: «No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre».

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