René Leiva

Un popurrí diario amenizado con aborrecibles y martirizadoras cuñas.

De la última semana de abril para acá, los más antiguos y fieles oyentes de Radio Faro hemos escuchado, cabalmente, una serie de alteraciones, trastornos y perturbaciones en la tradicional (en el buen sentido) programación de la emisora estatal, diseñada y estructurada a lo largo de las décadas con gusto ecléctico, entre compositores y obras de diferentes corrientes artísticas. Eliminar, de manera abusiva y arbitraria, una racional y equilibrada programación es un acto de vandalismo impune.

A ese conjunto selecto de unidades musicales se le llama personalidad, carácter, temple, respetabilidad, que ha necesitado de muchos años contra viento mediocre y marea ruidosa.

Pero en Radio Faro se ha posesionado la arbitrariedad, el desorden, la anarquía, el caos…

¿Quiénes son esos con consignas moralesivas que de la noche a la mañana han vandalizado ese ya casi único santuario de la sensibilidad? ¿Quiénes son esos profanadores del Patrimonio Cultural de la Nación? ¿Saben esos advenedizos qué es Patrimonio, qué es Cultural, qué es Nación? ¿Qué cachimbira imitación servil intentan, remedando a qué o a quién…? ¿Quiénes son esos oportunistas tirados con honda, caídos del tapanco, improvisados, inoportunos? ¿Qué protervos e ineptos sujetos son esos que destruyen lo que está bien y en su lugar imponen la mediocridad, la ordinariez moralesiva?
Ya no se escuchan obras completas con todos sus movimientos o partes constitutivas y armónicas –sinfonías, conciertos, sonatas, ballets, etc.–, más bien han racionado la música en fragmentos, pedazos, astillas, cercenaduras, viruta… en inconexo amasijo a lo largo de las horas… Música “ligera”, un popurrí no programático, mezcolanza de lo clásico con lo populachero, según el retorcido capricho de los advenedizos de marras.

(¿Qué pasa con los veteranos asesores vitalicios del ministerio respectivo para recomendar devolverle a Radio Faro su índole, virtudes y calidades logradas en décadas?).

Por cierto, R.F. no es el mexicano Canal 7 de televisión “nacional”.
¿Y las malditas cuñas, de nueva generación? Ah, desdichadas cuñas acuñadas en el mero infierno, abominables, monótonos, repetitivos, tediosos, ofensivos, indignantes “mensajes” de palabrería inútil. ¿Radio Faro un medio informativo, una vocera o una cartelera para el anuncio de espectáculos que a los oyentes nada importan?

Y las imprudentes, necias, torturantes, abusivas e inútiles interrupciones de la poca música para “identificar” (?) a la emisora y dar la hora que a nadie interesa.

Radio Faro no debe ser manoseada para inconfesables propósitos personales de “imagen”.

R.F. no puede ser conducida por la imposición, la idiotez, la mediocridad, la ausencia de gusto, la incultura disfrazada de culta, la prepotente improvisación, la moralesividad descarada, la engañosa “modernidad”.

La resobada cuña: “Música para todos los gustos…” Cabal, la más radical y abusiva desnaturalización de una radio que ha sobrevivido entre los gustos más cerriles y baratos. En Radio Faro no se trata de gustar a todos, porque es imposible. Eso es revolver mierda ruidosa con melodiosa ambrosía. No se debe mezclar música clásica (todos sus sinónimos o aproximaciones) con bazofia populachera para “amenizar” toda clase de ambientes. El gusto es selectivo, cultivado, ecléctico… Y se tiene gusto en el sentido clásico griego o no se tiene nada.

(Como siempre, en todo, es la lucha desigual contra el poder detentado por el oportunismo político, incluso el que manosea el arte.)

¡Música, más música, sólo música!

Artículo anteriorEl kayak de las reformas al sector justicia
Artículo siguienteEntendiendo “La Cooperacha”