Cuando el sábado se hizo el nuevo plantón en la Plaza de la Constitución en rechazo a las prácticas corruptas de políticos y empresarios en detrimento del Estado, parecía que todo era diferente porque, evidentemente, no todos estaban y no todos apoyan.
Para muchos, aquellas jornadas que empezaron a mediados de abril del año pasado, fueron una oportunidad para aportar su rechazo a quienes pusieron el rostro como Baldetti, primero, y Pérez Molina, después, con el que se podía personificar a los culpables de la pobreza, injusticia y falta de desarrollo que tenemos en el país.
Pero también fue la oportunidad para que algunos quisieran “ponerse cal” en la cara y que no se vieran tan manchados como han estado miles de “exitosos hombres de empresa” o exfuncionarios que se esfuerzan por hacer creer que solo en ese período del PP Guatemala ha sido extremadamente corrupta.
También tenemos que recordar que en aquel momento, algunos medios de comunicación que directa o indirectamente han terminado estando involucrados con el ir y venir de algunos milloncitos del Estado, todavía podían pretender rasgarse las vestiduras en lugar de ser o cara dura que dicen que no hicieron nada o descarados que quieren seguirle viendo la cara a la ciudadanía.
Pero el principal problema para marchas como la del sábado es que simplemente la CICIG y el Ministerio Público han enviado un mensaje que es demasiado fuerte para una sociedad cómplice: Podemos alcanzar a todos los que han estado involucrados en hechos ilegales para obtener beneficios corruptos.
Esa premisa, tiene un efecto de laxante en algunos sectores y, especialmente, con individuos de alcurnia o aquellos que por millonarios han comprado su derecho a ser casi considerados santos.
Si las condiciones sociales del país permitieran que las clases trabajadoras tuvieran los recursos para poder manifestarse aparte de las manipulaciones que hacen algunos sindicatos del Estado, podríamos ver a los trabajadores del campo o a los miembros de esa economía de subsistencia no solo abarrotando la Plaza de la Constitución sino que paralizando el país entero porque es esta práctica de mercantilismo político y de monopolio en el control de los beneficios del Estado lo que mantiene a la población en la pobreza, sin oportunidades y, literalmente, muriendo de hambre. Pero como ellos no tienen recursos para manifestar, parte sin novedad.
Al fin que ahora hay muchos que no quieren ir porque ya se habla de cambiar el sistema, ese mismo que les ha beneficiado. Que procesen a Pérez y Baldetti, pero que no cambie la forma de hacer negocios, pensarán algunos.