Rolando Alfaro Arellano

En conmemoración del Día Mundial del Ambiente

Guatemala participó en la conferencia mundial del Ambiente en el año de 1976, y se comprometió a adoptar todas las medidas necesarias para cuidar nuestro entorno humano.

Sin embargo, hasta la fecha no ha sido posible que los postulados y estrategias que se estudiaron en aquella fecha y a las que se comprometieron los delegados participantes que atendieran tan interesante reunión, a efecto de velar porque nuestro ambiente no sufriera tanto por la contaminación del entorno humano, no ha sido posible lograrlo.

En ese sentido, como tantas veces lo he escrito en esta columna de LA HORA, los resultados de los referidos compromisos, a la postre no se han cumplido.

Hasta el fin del año de 1986, los legisladores tuvieron a bien legislar para emitir la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente, pero en los años subsiguientes, el respaldo a la referida ley, ha sido nulo, pues no se cuentan con los reglamentos necesarios ni políticas nacionales para velar por el referido cumplimiento.

A lo anterior debemos sumar una falta gravísima de educación ambiental y de nacionalismo que, en verdad, eriza la piel, pues algunas personas prefieren esperar las tragedias para adoptar medidas paliativas.

Luego, los resultados están a la vista y que se han traducido en tragedias como las que motivaran esta serie de artículos, en lugar de usar los ciudadanos el derecho de petición y exigir medidas lógicas como las de contar con fábricas de reciclaje y verdaderas acciones de protección.

En ese sentido, las diferentes generaciones, ignoran lo que es vivir en un ambiente sano, y si no fuera por las buenas acciones de algunos guatemaltecos, como el caso de la profesora Olga Alfaro de Méndez, que ha logrado reforestar parte de la querida tierra de Huehuetenango, con la reforestación sembrando más de cien mil árboles y quizás otros esfuerzos de los entendidos en la materia, nuestro país estaría ya casi desierto y carente de bosques naturales.

Finalmente, esperamos que las nuevas autoridades, recién electas, cumplan sus promesas y dentro de sus programas de trabajo, incluyan la educación del entorno humano, y convertir a nuestra Patria en un país en un ambiente verdaderamente sano y concienticen a los conciudadanos en defensores de los bosques, lagos y ríos que aun puedan salvarse.

Artículo anterior¡Pequeños y grandes!
Artículo siguientePor humanidad urge devolver la gratuidad a los servicios de salud