Dra. Ana Cristina Morales

Las personas como seres sociales necesitan el establecimiento de conexiones con otras y esto es lo que forma la vinculación afectiva. La cual constituye uno de los mejores predictores de la felicidad humana. Querer, desear y sentirse feliz por el entendimiento dentro de una relación constituye la fuente de ella.

Dentro de las relaciones entre las personas siempre se pretende la reciprocidad. Es decir, que exista correspondencia, dar pero también recibir, escuchar y ser escuchados, entender y ser entendidos, respetar y ser respetados. Como consecuencia las relaciones interpersonales son fundamentales no solo dentro del desarrollo de la personalidad, sino en los beneficios o daños que pueden producir. Por lo cual se sugiere cuidarse de las personas que por su proceder pueden ocasionar deterioro. Aun tratándose, de la familia, compañeros de trabajo, amistades, pareja y otros.

Se propone para un bien vivir cuidarse de quienes: critican, descalifican, ridiculizan, juegan a la víctima, cargan con sus angustias a otros, envidian, no escuchan pero exigen ser escuchados, necesitan mantener el control de otros. Se demostró que el cerebro humano necesita para su salud el sostener vínculos que fortifiquen a la persona, que sean fraternos, y proporcionen compañía.

De manera contraria existen efectos dañinos que perjudican la salud de la persona que mantiene relaciones nocivas. Se consideran como manifestaciones de ellos: el simple cansancio, el mantenimiento de estrés y angustia, baja autoestima, enfermedades físicas como la fibromialgia, artritis, gastritis, hipertensión arterial, entre muchas más.

Cuesta trabajo creer que la misma familia tenga comportamientos que no se identifican como solidarios con la persona a quien le corresponde. Ya que ella se plantea como una primera red de apoyo para el individuo. Y con frecuencia manifiesta dificultad para ocupar este rol. De manera gráfica se puede observar esa falla, con el número de familias que conviven en relaciones violentas, donde predomina el desamor y en consecuencia fortifican la desesperanza, la inseguridad y la desconfianza.

Las amistades constituyen la familia que uno eligió, y es importante cultivarlas, mantener relación con ellas, comprenderlas y aceptarlas como nos gustaría ser aceptados a nosotros mismos, es decir, como las personas quienes somos.

La vida no es fácil dicen y de alguna manera las relaciones interpersonales la pueden hacer más difícil o más llevadera. Colocar límites a relaciones dañinas es imperioso para vivir una vida digna y en paz. Aun cuando los involucrados sean las personas a quienes consideramos obligatorio tener relación. Mientras más sencilla sea nuestra vida y nos libremos de las complicaciones que ejercen los demás más felices podemos ser.

En el mundo también existen personas que son buenas. porque son. Característica que les conduce a tender una mano de manera respetuosa e incondicional. Esta gente lleva en su interior la capacidad intrínseca de ser feliz y hacer felices a quienes le rodean o a quienes le buscan.

Es mi deseo compartir que en mi vida he compartido con muchas personas y me siento muy honrada de conocer a amistades con estas características. Me encuentro con el deseo de brindarles reconocimiento a todas ellas, en singular, a un colega psiquiatra, quien me ha dado muestras de fraternidad, respeto e interés por mi bienestar, pese a que la distancia y el contacto con él, nunca han sido cercanos. Pero, él brinda muestras de su capacidad intrínseca de ser feliz y hacer feliz a los demás. Este colega trabaja de manera muy dedicada en Petén y su nombre es José Antonio Flores. Así que agradezco mi cruce efímero en la vida de esta persona. También desearía hacer una lista de las personas quienes han estado en mi vida proporcionando lo mejor de sí mismas a mi persona. Pero ella sería un tanto extensa, y pido disculpas por no mencionar a muchos. Pero dentro de esta encuentro a mis colegas y amigos de siempre: Nery Ortiz, Lilian Socop, Mayra Recinos, Mirna Santos, Patricia Zelaya, a mis amigas del Instituto Belga: en especial a: María Mercedes Asturias, Paty Sosa, Margarita Azurdia. A mis amigas del Grupo Guatemalteco de Mujeres. En especial, a Nohemí, Pao, Andrea y Karla, a mis primos Castañeda Chávez, a mis primas Vásquez Paz, Guise Franco, Gina de Fagiani. Y me disculpan si no puedo continuar con la lista, pero para mí era necesario dar las gracias.

Y para concluir, utilizo palabras expresadas en el Principito, del autor francés, Antoine de Saint-Exupéry: «No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.»

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