Está quedando clara la relación entre negocios y política por medio del sistema de financiamiento de las campañas que terminan devolviéndose con contratos que van desde lo más pequeño como la compra de miles de mochilas a grandes negocios como la Terminal de Contenedores Quetzal, las más grandes obras de infraestructura o las exoneraciones en el pago de los impuestos por cientos de millones de quetzales y el juego con la devolución de crédito fiscal.

El caso de Otto Pérez y Roxana Baldetti, nos viene a aclarar cómo ha sido todo y no sólo en ese gobierno sino en los anteriores, donde se siguió la misma tónica. El empresario que le “prestaba” su jet a los Colom para que viajaran como magnates recibió su premio en Puerto Quetzal y la inhumana compra de medicinas y contratos de obra son controladas por los financistas, como se probó con el papel de Gustavo Alejos, el Juan Carlos Monzón de su época, quien controló el aparato junto a Torres y Colom para hacer micos y pericos. Siguiendo la tónica de lo que hoy vemos, cuántos de sus ministros no deberían estar presos.

Y lo mismo nos pasa con el gobierno de Berger donde hay contratos de la misma manera en Energía y Minas, en Comunicaciones, la “remodelación” del aeropuerto, el vaso de leche, etc. De Portillo se ha hablado suficiente y de Arzú se sabe todo pero no se hace nada. En fin, que todos estos que nos han representado tendrían que estar en la cárcel y el día en que elijamos de manera distinta y no se deban favores a los financistas, será el momento en que hayamos derrotado al sistema. Los implicados y beneficiados con la venta de Aviateca y con la concesión de Comcel, deberían engrosar el listado.

En fin, que lo que hemos dicho durante años sobre cómo es que el sistema de financiamiento de los partidos políticos y esas campañas millonarias con las que se compra el voto, no son el método que termina condenando al país, es absolutamente cierto. Y no porque todos los que participan en los actos de corrupción hayan sido financistas, sino porque el llegar ya dispuestos a ser corruptos con los financistas, convierte a los políticos en corruptos con todo lo demás.

Y son los mismos los que siempre se han beneficiado con las carteras en que se maneja plata. Por eso, el mismo presidente Morales tendrá que tener mucho cuidado en casos como cuando le “regalaron” su estancia en un hotel porque por pequeño que sea el “favor”, trae una cola más larga que las de barrilete.

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