Félix Loarca Guzmán

Está demostrado que los medios de comunicación constituyen uno de los principales poderes de la sociedad. Hubo una época en que era común escuchar que la prensa era el cuarto poder del Estado. Actualmente en el mundo moderno, muchas de las batallas ya no se libran en el campo de la confrontación armada, sino en el espacio de los medios de comunicación.

Existen medios que abusan del ejercicio de la libertad de expresión del pensamiento, y por tanto de la libertad de prensa. Por todo lo anterior, tiene mucho sentido el mensaje que transmite la cadena interestatal Tele Sur, en el sentido que “Somos esclavos de la mala información”.

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de ver el programa Coyuntura Nacional que dirige la comunicadora Karina González de Rottman, en VEA Canal, a través del sistema de cable.

En ese programa participaron los licenciados Aquiles Faillace, Presidente de la Asociación de Constituyentes y el analista Alejandro Palmieri. Ese programa es uno de los pocos medios de comunicación que puede considerarse una auténtica tribuna de pensamiento libre.

Es fácil colegir que el Triángulo Norte de Centro América integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, está siendo colonizado por Estados Unidos, cuyo gobierno nos está callando la boca con el llamado Plan de la Prosperidad, ofreciendo el dulce de “una ayuda” de 750 millones de dólares, con el supuesto objetivo de crear mejores condiciones de vida, para evitar la migración hacia Estados Unidos.

El licenciado Faillace recordó la expresión de un pensador sobre que Estados Unidos es una democracia hacia dentro, pero es un imperio hacia fuera.

Las reflexiones del programa permiten deducir que el Plan de la Prosperidad podría ser una “ingeniosa fachada colonizadora”, pues en silencio han proliferado las hidroeléctricas de capital extranjero, especialmente estadounidense, explotando la riqueza de los ríos en perjuicio de muchas comunidades del área rural.

Todo indica que el verdadero objetivo de la lucha contra la corrupción es mantener distraída la opinión pública, mientras ya comenzaron a exportar la energía hacia el norte a precios competitivos pagando a sus trabajadores salarios inferiores a los que tendrían que cubrir si las hidroeléctricas estuvieran en Estados Unidos.

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