Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El día lunes el Presidente Jimmy Morales sostuvo una reunión con varios sectores, en la que existió total apertura para plantear los temas que cada quien estimaba conveniente respecto a las reformas electorales que aprobó el Congreso, y sobre lo que debería ser la segunda generación de reformas.

El día martes, Morales hizo pública su posición en torno a las reformas de la Ley Electoral y procedió a sancionar el decreto, formulando un llamado para iniciar la segunda etapa de modificaciones a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, haciendo mención de los que él considera fueron los temas que se dejaron fuera y que, en su mayoría, eran compartidos por quienes lo acompañaron en la conferencia de prensa.

Entendiendo que este es un proceso en marcha y en el que si los ciudadanos no participamos activamente, no llegaremos a ningún lado, considero que la pregunta que debemos formularnos para encarar la discusión debe ser, ¿qué podemos y debemos hacer para que en tres años y pico tengamos un sistema con menos vicios y una clase política que verdaderamente represente a los electores?

Si partimos de esa premisa, creo que podemos y debemos encontrar terreno en común con lo que cada quien estima que deben ser esos puntos que las actuales reformas dejaron por fuera. En gustos se rompen géneros, cada cabeza es un mundo y cada quien tiene la libertad de escoger sus temas y batallas, pero todos debemos tener la madurez de afrontar esta etapa de la vida nacional con la seriedad necesaria que nos permita atacar los grandes vicios que han afectado al sistema y han permitido su secuestro por los partidos políticos y los poderes paralelos, entre ellos los financistas.

El Presidente está llamado a actuar como un verdadero estadista y líder que ofrece una plataforma para que los sueños y anhelos de la gente tengan viabilidad, pero la gente está llamada a ser la gasolina de un movimiento que pretenda liberar, lo más que se pueda, los vicios del sistema que son un lastre para el desarrollo.

En mi caso, estimo que la verdadera democratización de los partidos políticos es clave, para que en Huehuetenango tengan incidencia sus miembros, más allá del pacto que un secretario general alcanza con un financista y que mientras logramos esa verdadera democratización, los comités cívicos (con reglas claras que no faciliten que los vicios se trasladen de los partidos a los comités), deben ser un vehículo de postulación para las diputaciones.

Además, estimo que no podemos seguir votando por listados para elegir a nuestros diputados y que debemos mejorar las reglas de financiamiento para que, entre otras cosas, quienes deseen financiar campañas a través de personas jurídicas, deben estar dispuestos a levantar su velo corporativo para que junto con el aporte, podamos conocer quiénes son los verdaderos socios o accionistas que están detrás.

También creo que es fundamental establecer límites en función de la capacidad de pago que cada quien tenga para financiar y evitar que los contratistas del Estado sean financistas.

Pero entiendo que esos no son ni deben ser los únicos puntos de la segunda generación de reformas y que hay otros muy valiosos y por ello, nuestra capacidad de alcanzar acuerdos y de encontrar terreno común está a prueba más que nunca porque de estos acuerdos que se alcancen, dependerá el futuro de nuestros hijos.

Este nuevo proceso requerirá madurez, pero también valor y entereza para entrarle a los vicios del sistema que implican, tocar estructuras con mucho poder y dinero, a los que la primera reforma, no enfrentó.

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