Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En la sabiduría popular se dice que solo Dios es perfecto, y ello se le aplica a los gobiernos, a las sociedades, a las familias y a las personas en lo individual.

Hace años tomé cursos con INCAE y la Facultad de Negocios de Harvard, se nos educaba mediante casos. Cuando empezaba a explicarle al profesor cómo se podía resolver el problema que se nos había planteado, después de cierto tiempo, me quitaba la palabra y se la daba a otro de los profesionales que asistíamos al curso. Transcurridos algunos días me acerqué al catedrático norteamericano y le manifesté mi inconformidad porque no me dejaba terminar en el planteamiento de la solución del problema. Con toda la madurez me preguntó: ¿Cuántos casos cree usted que en la vida real resuelva acertadamente un ejecutivo? 60, eso ha de ser bueno; 70, sería muy bueno, 80 sobresaliente y 90 extraordinario. El objeto de las enseñanzas de INCAE y Harvard es hacerlo analizar y pensar, por eso usamos el método de casos.

En Guatemala tenemos la tendencia de criticar y señalar los errores y desaciertos, pero muy poco nos expresamos reconociendo los aciertos.

En los cuatro meses que ha transcurrido el actual gobierno hay aciertos, primero la forma en que se ha manejado el Ministerio de Finanzas, especialmente en la colocación de Bonos del Tesoro a nivel nacional e internacional, logrando la menor tasa de interés a quince años plazo.

El Ejecutivo y el Legislativo han avanzado en su comunicación, en algunos casos han estado en desacuerdo democráticamente, ello no implica un desacierto, implica separación de poderes y de criterios, la respuesta ideal es reconocer a quien le corresponde el derecho y la razón.

El haber recientemente presentado a los Directores de los medios de comunicación “La Política General de Gobierno” es un hecho positivo; que la misma puede ser insuficiente e incompleta eso es lo humano.

Los desaciertos han sido mucho más señalados, analizados y criticados, dependerá de los funcionarios reconocerlos y aprovechar la crítica. El Presidente debe hacer que el Vicepresidente administre más, que los ministros y secretarios se comuniquen más y así bajar su presencia pública él.

El Presidente está en su derecho de asesorarse por personas de su confianza; su hermano merece que lo escuche, que lo consulte, pero además del círculo íntimo, el Presidente debe escuchar a quienes tienen más experiencia en temas de gobierno y de nación; si escucha diferentes opiniones se enriquece; el responsable de actuar y decidir es él y el Vicepresidente, los ministros que escogió son como fusibles.

El haber organizado un grupo de tarea con los ministerios de la Defensa, de Comunicaciones, de Salud y otros, es eficientar los limitados recursos que el gobierno dispone, lo inadecuado es poner a uno de los ministros al frente del programa porque el coordinador de la administración pública constitucionalmente es el vicepresidente.

La crítica es parte de la democracia; sin embargo, choca, molesta, repugna que un extranjero nacionalizado crea que es uno de los siete sabios y por ello, de forma grosera, pretenda decirle al país, al gobierno, cuáles son los aciertos y desaciertos, mejor que se dedique a recibir los beneficios que le otorgan los Gutiérrez Bosch y a callarse la boca, porque el respeto al derecho ajeno, entre individuos y entre naciones, es la paz.

¡Guatemala es Primero!

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