Eduardo Blandón

Cada país parece que tiene sus propios políticos de vergüenza, “impresentables”, dirían algunos. Lo tuvo Italia con Berlusconi, Estados Unidos con Bush y por estos lares, los chilenos con Pinochet y los nicaragüenses con Somoza. Tal parece que de la lacra política no hay quien se libre. Es inevitable que surjan del humus fértil de la cosa pública, los “medranos”, esos políticos hábiles y viciosos dispuestos a infligir daño a su paso.

Y no es cosa de antaño. En Austria, la ultraderecha encabezada por Norbert Hofer, está cerca de alcanzar el poder y en Estados Unidos, Donald Trump es una amenaza potencial si consigue la candidatura del Partido Republicano. Queda claro, entonces, que no hay una vacuna en el sistema democrático que impida la proliferación de indeseables con el riesgo de amenazar la estabilidad política de una nación.

En Guatemala se evidencia la fragilidad democrática con la aparición de un personaje de pacotilla como es Jorge Serrano Elías. Un engendro político que pretende hacerse del poder mediante un discurso incomprable en el que reclama la “refundación del Estado”. Como si el político no fuera recordado por el abuso de poder y la corrupción que a su breve paso dejó para la crónica histórica del país.

Por si no fuera suficiente, el pícaro que hasta hoy se esconde en Panamá, se hace acompañar por una corte de políticos, militares y fracasados exguerrilleros, que hacen pensar que la tal “refundación del Estado” no es sino un “refrito” de un Estado intolerante, abusivo y tenebroso. El resurgimiento de un pasado que no soportó la disidencia ni la crítica y que añora un Estado de terror para imponer la paz que les permita el saqueo y la impunidad.

Obviamente, podría resultar el anuncio una especie de broma política o globo distractor para consumo interno, pero cualquier signo de retorno al pasado no puede sino erizarnos la piel. Hay que atender el ajedrez político en el que juegan personajes sucios porque sus movimientos pueden ponernos en jaque. Además, queda visto que son desalmados, inescrupulosos y puercos.

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