René Leiva
Y cuando la madre Tierra despertó (de sus pesadillas ecoterroristas) el humano todavía estaba allí.
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Muchedumbre es tu compañía en el bulevard del embuste y la falsedad. En el sendero de la certidumbre ni tu sombra te acompaña.
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Aguacero: ¿agua cero?
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¿Por qué se llama diarrea si también da de noche?
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Los individualistas, en general, desconocen o menosprecian la individualidad, precisamente.
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Soy un desterrado del pasado, exiliado en el presente, sin salvoconducto al futuro.
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Las mejores cosas de la vida, desde siempre, son gratis. De ahí la impotencia y el rencor del mercado, que le tiende trampas y artilugios a esa vida grata.
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Cuidado. Entre el optimismo y el masoquismo no hay más que un paso.
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Únicamente a ciertos hombres y mujeres les está facultado el dividirse en tres mitades.
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¿De qué sirve una filosofía sin filo? Se pregunta Sofía, la fogosa pero discreta diosa siempre insatisfecha.
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En los diarios impresos del mundo algunas columnas pueden considerarse como best sellers; una que otra, bah, pura literatura; la mayor parte, ni lo uno ni lo otro.
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Esa extraña contradicción de mala poesía que no deja de ser poética.
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Mentira que el mundo cambie si vos cambiás. Muerto el perro sigue la rabia.
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¿Es válido ponerse en lugar de otro cuando está dormido?
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¿Tanto sufre el que prefiere despertar que soñar?
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Gran paradoja de la literatura, cualquiera sea su naturaleza, descubierta hace mucho, es el malestar que provoca en el 99 por ciento de lectores precisamente por su contenido literario. Hay leche deslactosada, café descafeinado, política despolitizada… ¿literatura desliteraturada o desliterariada?
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En honor a la verdad, la verdad ostenta un cargo honorario.
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Lector empiernedido: el que hasta cuando está empiernado lee.
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Esa mirada perdida que regresa dando palos de ciego por el camino equivocado.
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No, no me dolía. Melodía. /// No, no melodía. Me dolía.