Lic. Douglas Abadía C.
En el desarrollo de una campaña electoral, principalmente en la elaboración de la propuesta política, una de las primeras tareas consiste en definir cuál será la Estrategia de Oferta Electoral, es decir, qué temáticas se abordarán en campaña, qué decir y qué temas proponer.
Para tomar esta vital decisión, se deben identificar las necesidades, los problemas y las angustias que para la población son prioritarias. “La oferta electoral tiene que incluir el valor funcional o valor añadido de forma que, ante la pregunta ¿para qué sirve que adopte la opción A en lugar de la opción B? el votante no tenga duda.” De lo contrario, el mensaje del candidato carecerá de interés para los votantes en la medida en que no puedan reconocerse en él.
En un contexto de acentuada fragmentación partidista, el proceso electoral de 2007 se enfocó primordialmente en la personalidad y en el carácter de los candidatos presidenciales, en detrimento de los programas y las propuestas de trabajo de los partidos políticos. Los temas principales presentados por los dos partidos identificados por las encuestas con mayores posibilidades de obtener el voto popular consistieron en seguridad, economía y algunos temas sociales como educación, salud y vivienda.
El Partido Patriota PP bajo el precepto de una “revolución patriótica” llevaron al frente a un alto oficial castrense joven, Otto Pérez Molina, quien debido a la inseguridad que se vive en el país, incorporó en su seno a exmiembros de la URNG combatientes durante el Conflicto Armado Interno y quienes anteriormente, en las elecciones de 1999 lo habían apoyado. Esta fuerza política se potencializó ofreciendo una disminución en los altos índices de inseguridad en el país.
En su propuesta política no había lugar para la tolerancia, puesto que al decir de sus integrantes, “el problema ha llegado a tal nivel que no hay más que la fuerza para remediarlo: cárcel y pena de muerte para todos los malvados”.
Aunque en muchas ocasiones Otto Pérez Molina, general retirado, aclaró que su gobierno tendría un fuerte componente social, que buscaba el desarrollo humano y rural, basado en lo establecido en los Acuerdos de Paz, en la Agenda Nacional Compartida, en el Plan Visión de País y en las Metas del Milenio; en el discurso que pronunció al ser proclamado presidenciable del PP expresó “tenemos una mano dura, acompañada de un gran corazón al servicio de todos los guatemaltecos” refiriéndose al tema que más afecta a los guatemaltecos, la inseguridad.
La consigna «mano dura» estuvo presente en toda la propaganda del Partido Patriota, en carteles, pancartas, y es el latiguillo de la canción de campaña que resuena a ritmo de merengue en los mítines. Entre el público ondearon banderas rojas y se levantaron numerosos puños que parecieron siempre dispuestos a cumplir cualquier orden del General.
Todo ello a pesar que el concepto de mano dura ha sido fuertemente criticado y sindicado de ser uno de los mayores motivos a la generación de violación de derechos humanos. De hecho, existe la creencia, principalmente en algunos países Latinoamericanos, que al permitírsele al Estado la aplicación de Mano Dura para exterminar a los delincuentes y acabar con la delincuencia, se le faculta para la crear políticas que faciliten la preparación y capacitación de grupos paralelos contratados para el efecto y quienes posteriormente, al terminar su trabajo, pasan a ser parte de grupos clandestinos del crimen, generando un circulo interminable de violencia.
A modo de preconclusión podemos evidenciar que los tecnócratas detrás de los candidatos (as) son quienes crean estos productos con la única intención de posicionar a sus candidatos en detrimento de crear propuestas claves y certeras para lograr el bien común.