Sandra Xinico Batz

Las imposiciones coloniales provocaron que los hombres desde entonces fueran cambiando su indumentaria indígena y adoptaran la europeizada, manteniendo únicamente algunos rasgos de sus antiguas vestimentas, marcando una nueva tendencia, la del pantalón blanco, saco y rodillera, la cual es una modificación a la que se tuvieron que adaptar ya que esto determinaba la obtención de un trabajo, un puesto político, acceso a determinados lugares, la sobrevivencia.

La dinámica machista de la colonia impuso como papel de los hombres el trabajo fuera de casa, la política (caciques, alcaldes) y otras actividades públicas cuyo acceso implicaban ceder a la homogenización. Las mujeres en cambio, fueron relegadas al hogar y a un segundo plano lejos completamente de lo público, no significaban nada para los colonizadores y por ende las formas de homogenización fueron diferentes. La secretividad de la casa, permitió que las mujeres no dejaran de tejer y bordar y siguieron trasladando a la ropa parte de su cosmovisión y de su historia.

Esta resistencia hace que 492 años después en este territorio permanezcamos como pueblos y culturas diferentes y que a pesar de que la mayoría de hombres ya no vistan una indumentaria maya, existan pueblos como Santiago Atitlán, Todos Santos Cuchumatán y otros, donde los hombres no sólo visten sus trajes mayas sino que también los elaboran y diseñan.

El camino hasta hoy no ha sido fácil, la persistencia de nuestra cultura y por ende la de nuestras vestimentas no ha sido un proceso sencillo, ha sido una lucha de sangre, ya que la ropa únicamente es un elemento o una manifestación de la cultura, culturas que en distintos momentos han querido exterminar. El Conflicto Armado Interno es un claro ejemplo de esto, de momentos desgarradores que obligaron a los pueblos a desvestirse de su identidad para conservar sus vidas. En las montañas, las mujeres sobrevivieron con pedazos de cortes, dejaron de tener ropa y alimentos. El racismo que provocó el genocidio buscaba precisamente eso, matar a la cultura (indígena) matando a los pueblos (indígenas).

Esta fuerza de los pueblos, es la misma que hoy se enfrenta a múltiples formas de despojo, siendo una de ellas, el robo descarado de empresas y diseñadores de modas que no sólo pedacean nuestras ropas para convertirlas en retazos sino que se apropian de los diseños y símbolos haciéndolos pasar como propios y no de quienes realmente los elaboran: mujeres y hombres mayas.

Hoy, esta es la nueva tendencia, ropa “occidental” (y accesorios) con “motivos o detalles” indígenas cuyas pasarelas muestran al mundo un arte que no les pertenece y que ni siquiera compraron, porque dar menos de Q50 por un güipil antiguo no es una compra, si además la mujer maya quien tuvo que ponerlo a la venta lo hizo porque no tenía que comer ella y sus hijos. Un güipil antiguo que se convertirá en zapatos o cojines por los que cobrarán incluso en dólares/euros y que no serán calzados ni adornarán la sala de mujeres mayas ¿y el significado del güipil?

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