Alfonso Mata
Como se genera un sistema de ministros es peculiar; no significa, como supone mucha gente, escoger y tener lo mejor, sino pagar favores, lo que quiere decir que el Presidente, en lugar de elegir para que lo acompañen en el gobernar que eligió hacer (que es el verdadero sentido de formar un gobierno) debe colocar recomendados, muchas veces impuestos por las fuerzas que lo apoyaron y compartirán el poder con él (militares, comerciantes, industriales, finqueros, iglesias) y por mucho que le desagraden o desconfíe de su capacidad e integralidad, los debe tener y tolerar. De tal forma que en general, no puede formar un gobierno de talentos, eligiendo a los hombres más capaces.
Este sistema acarrea consecuencias, algunas desastrosas y otras extrañas. No sólo el Presidente nombra para que ocupen los cargos más altos, personas que en lo privado pueden considerarse nulidades o con valores dudosos, sino que estos a su vez, se encuentran en situación similar al Presidente, cuando nombran servidores públicos en los puestos claves.
Para resumir la historia, de esa forma se construye una red de clientelismo, que va en busca de un «derecho» que no es precisamente lo que necesita el ciudadano, sino a «cobrar» el precio del apoyo que dio para subir y que quiere que le devuelvan. Su tajada incluye mucho y lucha por el botín del cargo, el poder, cobrando intereses con creces, como les place. Lo triste es que el Presidente y los Ministros, no tienen a quién dirigirse para el cabo de cien días pedir dimisiones. Así que todos se tragan la situación, aunque sea con mueca de disgusto y todos hacen y votan por mantener el status quo.
¿Y a qué se enfrenta el ciudadano? a una obra montada en un escenario con toda una serie de personajes: el político imbécil, al lado del sinvergüenza; el asesor oportunista que no sólo no sabe nada sino que todo lo confunde; los oradores rimbombantes, que se apretujan con egoístas y engreídos, dejando en el rincón, silenciando al personaje honrado, inteligente y cívico. De tal manera que en el gobierno y el gobernar pareciera, que lo que menos vale, son las cualidades personales.
Pero lo más extraño de todo en un país con ese lujo de mediocridad, es cómo puede sobrevivir y gobernarse sin grandes problemas y eso sucede porque lo que se tiene enfrente es un pueblo crédulo y tolerante, con una auténtica indiferencia, que se mueve y vive más abajo que arriba en sus municipios, en donde la cosa es diferente. Arriba, entre pocos se dividen el botín. Abajo no hay poderes tan grandes, hay representaciones. Arriba interesados para tomar el tajo de pastel que le conviene, les obliga a mantener un status exactamente como sucedía entre el rey, sus vasallos y nobles.
Pero en el fondo, somos el grupo de electores flotantes, los que mantenemos independiente y perseverantemente el sistema. Votamos según nuestros intereses y preferencias, somos los que damos forma a lo que sucederá y eso, sin inmutarnos y ¿saben por qué? porque nunca hemos tenido ni esperado beneficios de nada de lo de arriba. Nunca, en realidad, nos hemos encontrado ante decisiones efectivas, que hayan sido tomadas por miembros que no pertenecen a ningún partido, pero hay una luz que aunque pequeña, hecha con dedicación especial, empieza a iluminarnos y son los Consejos de Desarrollo municipales y locales.
En los consejos, al igual que en el gobierno, organizarse no siempre es fácil, aunque si más dirigible, porque no hay nadie que tenga en sus manos la toma de decisiones y entonces, todos se ven obligados a hacer coaliciones. Este es el secreto para salir adelante y lo más valioso, es que no funcionan por sistemas de partidos, les va hasta bien sin ellos. Nosotros creemos que es acá donde hay que explorar y explotar a hacer ciudadanía, no a través de una estructura gastada, agobiada y torcida y aquí se pueden encontrar hombres prominentes. Todos pueden votar como les parezca, discutir. Si cae derrotada una propuesta, nadie dimite; si la propuesta sigue adelante, no altera la posición de nadie. La democracia empieza a tener su sede aquí. Ciudadanía más democracia, una acción valiosa para el desarrollo.