René Leiva

Horizontal: terreno sembrado de horizontes.
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Nunca, nunca he escuchado la lluvia como oír llover.
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La revolución en las comunicaciones no es otra cosa que el retorno a cuando hombres y bestias poseían idéntico lenguaje.
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En el cultivado árbol de la soledad el fruto es la raíz.
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La grandeza del destino del hombre parece estar en relación directa con la ausencia final de cementerios.
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El riesgo de mantener la mente abierta no está en lo que entra sino en lo que sale.
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¿Has sentido, alguna vez, un vago o tenaz pesar por verte ausente de un mañana lejano y deseado, un desdibujado sufrimiento causado por la añoranza de un futuro para siempre perdido?
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Lo que está clarísimo es que la locura no lo cura.
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Mientras a Narciso le basta con contemplarse en silencio y después morir, el narcisista, su epígono, se complace en describir los pormenores de su imagen para poder vivir.
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OLVIDO IMPERDONABLE. Cuando Dios creó al hombre omitió el respectivo y obligatorio estudio de impacto ambiental (a largo plazo).
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Siempre el pasado está por construirse. Con los escombros del futuro.
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La vida me ha obligado a preferir el sudario al sudadero.
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A veces la resignación es un parásito indeseable que se alimenta de nuestra impotencia.
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Llora el niño que hay en mí y siento sus lágrimas resbalar por las mejillas de mi prójimo.
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Sobre una balsa, en medio del océano, impelido por la sed, descubrir el agua azucarada.
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Hay quienes se ganan la vida. A otros se la regalan.
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Muchas cosas provocan ganas de reír, pero son indignas de desperdiciar la risa en ellas.
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Hay pensadores demasiado profundos a quienes aniquiló el abismo. Parecen vivos pero están muertos, extintos de profundidad.
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Mirada perdida no necesariamente significa lejanía. A veces está oculta en un párpado.
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Soy portavoz de mi oído.

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