Jorge Santos

Siempre he considerado que hablar de personas en particular, no sólo es de mal gusto, sino que también es poco representativo para explicar fenómenos mucho más amplios y extensos en la sociedad. Sin embargo, en esta oportunidad me atrevo a hacerlo dado que, ambos personajes por su trayectoria y puestos dentro del entramado del poder, son un reflejo de algún sector de nuestra sociedad.

A ambos personajes, tanto a Jimmy como a Sammy se les conoce por ser dos actores cómicos, que entre otros contaban con un programa en televisión abierta denominado Moralejas. Este programa en cuestión, intentaba hacer sátira a partir de los anacrónicos y decimonónicos males de nuestra sociedad, tales como el racismo, el machismo y autoritarismo. Todos o casi todos los personajes denotaban estos males; burlas y menosprecio revestido de chistes y humor.

Sin lugar a dudas al convertirse este tipo de sátira basada en dichos fenómenos sociales, en un espacio dentro de la televisión abierta y por ende transmitida a la población guatemalteca, se convierte sin más en un reproductor por excelencia de los peores males que como sociedad nos aquejan. Uno de estos fenómenos y taras tales como el racismo ha constituido la causa y origen de graves violaciones a derechos humanos como el Genocidio en el país y uno de los responsables del enorme atraso en materia de indicadores socioeconómico de la población guatemalteca y particularmente de indígenas.

Estos personajes y en particular Jimmy Morales, uno de los cuales interpretaba estos roles, es hoy Presidente de la República, arrastrando esas posiciones que han inundado nuestro quehacer como sociedad y sin lugar a dudas de ahí su total desatino con las acciones impulsadas desde el Gobierno de la República. La fórmula es más que sencilla, quien se mofa de la cultura y la identidad de los pueblos no puede más que reproducir una visión, ideología basada en el racismo, el machismo y el autoritarismo.

De esta cuenta, es que a la fecha tenemos un actuar de la institucionalidad pública, basada en una narrativa plegada de mentiras, asistencialismo, paternalismo y por ende una ausencia absoluta de planes, proyectos y políticas públicas que sienten las bases para la atención de derechos fundamentales que asisten a la población y que están consagrados en la Constitución Política de la República y en una diversidad de instrumentos internacionales ratificados por el Estado guatemalteco.

Si tan sólo quienes ejercen hoy el poder público empezaran por reconocer que estos fenómenos, que usualmente se reproducen en acciones concretas de menosprecio a las poblaciones y que de ahí se originan muchos de nuestros males crónicos, sin lugar a dudas su comportamiento frente a sus obligaciones cambiarían diametralmente. Por ello sería oportuno que antes de llegar siquiera a pensar en ocupar un cargo público, las y los funcionarios incluyentes al propio Presidente de la República y a su hermano (quien pareciera estar más involucrado de lo que es permitido) visiten y conozcan el proyecto de ¿Por qué estamos como estamos? del Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social (IIARS) y de ahí iniciar en el camino de la modificación de nuestras actitudes.

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