Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Estuve unos días en una convención en Las Vegas y cuando me abordó uno de los participantes, un amigo de México, me preguntó, ¿oye Pedro, dime que debemos hacer para lograr, como en Guatemala, que el Presidente enfrente cargos por lo que hace?

Muy sencillo le dije, solo tienen que pedirle a Naciones Unidas que instale una comisión contra la impunidad en México, pedir que nombren a una persona como nuestro Comisionado (Iván Velásquez) y tener un Procurador General de la Nación que se sume a la lucha contra la corrupción.

Le adicioné que esa es la receta para que los mafiosos y poderosos empiecen a enfrentar la justicia, pero que el ingrediente que falta y que es el más complicado de todos, es lograr que la gente entienda que un país no cambia solo con que unos cuantos de los miles de mafiosos enfrenten cargos.

Y ahí es donde como país, aún nos falta trecho por recorrer, porque los ciudadanos aún seguimos un tanto indiferentes cuando se refiere a las reglas que los mafiosos defienden a capa y espada, pues aunque ahora están con “relativo miedo”, todavía están lo suficientemente empoderados como para luchar desde una buena posición para que nada cambie.

Y si no me cree, vea la actitud de Otto Pérez diciendo que todo es un show, que se arrepiente de haber prorrogado a la CICIG, y que los casos ya se le caen al ente internacional y todo, porque tiene cifradas sus esperanzas en las Cortes que ellos, junto con LIDER, nombraron al igual que lo han hecho otros en el pasado.

Si cree que estoy hablando babosadas, vea cómo los defensores de las mafias vociferan en favor de unos mañosos españoles que untaron a raymundo y medio mundo para que les dieran una concesión disfrazada de usufructo y como uno de los cerebros del negocio, pide “asilo político” en Estados Unidos porque se siente perseguido injustamente solo porque recibió pisto en mordidas. ¡Pobre víctima!

Sé que no es fácil, pero no tenemos salida a menos que nos involucremos y junto a esta reforma judicial que se discute, debemos los ciudadanos trabajar cohesionadamente para poder presentar nuestra versión de la reforma política y no esa porquería que Taracena llama “histórica”.

Hay temas importantes, pero el que más destaca es la forma de elección de los diputados para que ésta sea unipersonal, pero créame que nada pasará, a menos que un día los diputados sientan la fuerza de un pueblo que ya está harto y asqueado de que le vean la cara.

Velásquez, con el apoyo de Thelma Aldana y de muchos otros valientes que se atrevieron a decir “ya basta” y a cruzar por donde no se debía en Guatemala, nos enseñaron el camino, pero nos piden que juntos lo recorramos ahora para poder cambiar nuestra composición como país y así pasar de ser uno donde los honrados tienen más oportunidades, que hasta ahora, en parte, están siendo acaparadas por un puñado de mafiosos que se pavonean cínicamente porque nosotros así lo hemos permitido.

Artículo anteriorLos pobres de descendencia milenaria
Artículo siguiente¿Razones para dudar?