Raul Molina
En la prensa se lee la propuesta de la Municipalidad, en realidad del Alcalde, de construir un sistema de metro aéreo, para la ciudad capital, vía teleféricos, sin estimación de costo ni posibles resultados. Arzú, en sus múltiples años de abusar de la alcaldía capitalina, ha encontrado una verdadera mina de oro en el transporte urbano. Desde la creación de empresas de taxis -amarillos, blancos o verdes- hasta los servicios de buses con vía preferencial, el transporte urbano ha significado un jugoso negocio. Ahora, se imagina que ofreciendo transporte por teleférico va a obtener pingües ganancias con la tecnología y los equipos, aunque al final, la metrópolis guatemalteca siga estando permanentemente congestionada y estancada.
En 1999, cuando fui candidato a alcalde de la capital, manifesté y demostré que Guatemala, a esas alturas, necesitaba un sistema convencional de metro, para resolver bien y a largo plazo el transporte urbano de la región metropolitana (incluidos los municipios adyacentes). El costo del sistema en el año 2000 se ha multiplicado por mucho en estos años de monopolio de Arzú. La capital tenía la ventaja en ese momento, y todavía la tiene, de contar con el eje del fenecido ferrocarril: desde Amatitlán o Palín hasta la carretera al Atlántico hay un derecho de vía e infraestructura que pueden ser aprovechados para el servicio de trenes de metro. Esta vía, no subterránea, pasa por centros cruciales del desplazamiento de la población, como la Usac, la zona 8, la zona 4, el centro de la ciudad y la salida al Atlántico. Desde luego, la capital no puede quedar limitada a una sola línea de metro; otras deben cruzarla para permitir el desplazamiento hacia oriente y occidente, las cuales pueden habilitarse en rutas elevadas o subterráneas. No hay que temerle a lo subterráneo; Santiago de Chile y México son mucho más sísmicos que nuestra capital y nunca han tenido problemas graves con el funcionamiento de su sistema por temblores o inundaciones. Los ejes complementarios se pueden hacer a lo largo de la Avenida Roosevelt (desde Mixco) y la Avenida San Juan (zona 21), para continuar por el Boulevard Liberación y la Avenida de los Próceres hasta la salida a El Salvador. Otro eje podría construirse para conectar la Avenida de la Paz.
¿Por qué Arzú ha rechazado el sistema de metro metropolitano? Aunque la excusa haya sido “lo caro” que es construirlo, hay dos razones más reales de su arrogante oposición. Una, la principal, es que no se puede hacer negocio, lícito o ilícito, sin tener que compartirlo con otros interesados más audaces que él. Los buses y los eventuales “vagoncitos” del teleférico los controla él; pero un sistema de metro es propiedad más colectiva. Y la segunda razón es su condición de Criollo: un sistema de metro coadyuva a la democratización del país y para él es inconcebible que “el pueblo” tenga mejores opciones, rápidas, eficientes y seguras, para su transporte urbano. El metro sigue siendo una necesidad; dejar que el siglo XXI transcurra solamente multiplicará su costo actual y seguirá robando dos o tres horas diarias, como mínimo, a cada trabajador de la capital.







