Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El proyecto de reforma constitucional que pretende fortalecer el sector justicia luce en el papel como un paso adelante para garantizar mayor independencia judicial, sobre todo al plantear la carrera judicial como elemento destacado para la conformación de las Cortes, así como el establecimiento de períodos más extensos para el ejercicio de la judicaturas, además de la mejor regulación del antejuicio y del ejercicio del recurso de Amparo.

Sin embargo, es importante hacer ver que se incrementa el poder de decisión del Congreso de la República en general y de los políticos en particular, todo ello sin que exista en realidad una reforma del modelo político del país lo que significa que seguirán siendo los financistas de los candidatos quienes tendrán la última palabra respecto a la conformación de nuestro poder judicial y eso es terriblemente grave.

Es un gravísimo error confiar en el Congreso de la República integrado de la manera que ya todos conocemos y que seguirá conformándose de manera idéntica toda vez que las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos no incluyeron ni el tema del financiamiento ni, mucho menos, la posibilidad de cambiar la forma de elegir a los representantes del pueblo. Y será ese mismo Congreso el que elegirá a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y parte de la Corte de Constitucionalidad.

En lo personal no creo que la ciudadanía deba confiar en el Congreso de la República porque ha dado abundantes y contundentes muestras de que su interés es ejercitar el gatopardismo, es decir, hacer cambios para que nada cambie. Si vemos el fondo de la propuesta de reforma constitucional, tiene sus dedicatorias expresas para ir saliendo de personas que le son molestas a la clase política, entre ellas la actual Fiscal General a quien tranquilamente se escabechan para el futuro, castigando de esa forma su entrega a la causa de la lucha contra la impunidad y contra la corrupción.

Pero tampoco me hago ilusiones de que vaya a producirse ningún aspaviento ciudadano en contra de esta maniobra que se ha fraguado con habilidad desde el más rancio estamento político y que deviene de la alianza entre el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, avalada por el Ejecutivo en la figura del Presidente Morales. La vieja política no sólo se resistió a morir, sino que se nutrió para fortalecerse y con esta reforma constitucional piensa ponerle la tapa al pomo. Que deje de chingar la gente y se conforme con lo que presentará como el gran avance del sistema de justicia, sabiendo que finalmente ellos decidirán cómo se integra el Consejo de la Carrera Judicial, pieza clave para el control del aparato administrador de la justicia en el país, y finalmente la elección de la misma Corte Suprema de Justicia.

El estilo de Gudy Rivera para maniobrar en la elección de magistrados a la Corte Suprema de Justicia seguirá imperando con la reforma constitucional porque los Gudys tendrán asegurada su curul en un Congreso que si cambia será para peor.

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