Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Soberanía se traduce en independencia en el exterior y superioridad en el interior del Estado”
Carré de Malberg

Desde el Himno Nacional, hasta el discurso de cualquier líder, la palabra “Soberanía” se encuentra inmersa con un dejo de orgullo en nuestro vocabulario, todos nos decimos soberanos e independientes, pero ¿Somos soberanos e independientes? El DRAE define como soberanía, entre otras la siguiente “Poder político supremo  que corresponde a un Estado independiente”.

Con las entrevistas crudas y realistas que ha dado, a medios de comunicación social, el actual Embajador de EE. UU., ha puesto en evidencia, y ha desnudado una realidad que ha estado presente desde siempre, en relación a nuestra falta de libertad y soberanía, porque aunque lo cantemos a los cuatro vientos, lejos estamos de ser en mínima medida ese ideal inalcanzable.

Desde la Conquista por parte de la Corona Española, este país no ha sido nunca libre y soberano, ya que la llamada independencia fue solamente un acuerdo entre las élites de la época, para no pagar más tributos a la Corona, pero en la práctica esa independencia y por ende soberanía, nunca se materializaron, ya que la oligarquía del momento, como la de hoy más los adheridos, no aceptan ni aceptarán esa independencia, lo que es peor, sí aceptan la injerencia de los EE. UU., no por ir a Disneylandia, se tratan de intereses comunes, para mantener el estatus dentro de la pirámide, en la que los más, vivimos en la que la base de la misma, y quienes sostenemos al poder práctico y corrupto como son la mayoría de las instituciones públicas, y el poder real que son quienes manejan el capital en el país, y se encuentra compuesto, según una información periodística por 260 millonarios, y la riqueza combinada supera los US$30 mil millones, mientras contábamos hasta el año 2014 con una población de 16.015.494 habitantes, de los que 9.4 millones son calificados como pobres, y 3.7 millones de personas viven en extrema pobreza.

Ante la situación antes descrita, sumamos la corrupción extrema, y esa patente desigualdad en el que los ricos han sido y seguirán siendo los menos, en número, y los pobres suman cada día más, con el consabido dominio, que las decisiones las toman quienes más tienen, y las asumen quienes menos tienen, o simplemente no tienen nada, el intervencionismo es inminente, tomando en cuenta que nadie da nada a cambio de nada, cuando recibimos donaciones o prestamos de los países poderosos (Léase EE. UU.) estamos perdiendo independencia, y cayendo en la dependencia.

Baste con estudiar la Teoría de la Dependencia, que establece que, la actividad exportadora de materias primas baratas es correspondida con una actividad importadora de bienes manufacturados con las mismas materias primas, con el agravante de regresar con precios altos, todo proveniente de la subordinación de los países “periféricos” entre estos nosotros, como naciones históricamente explotadas, desde que nos constituimos en las colonias de las grandes metrópolis, como los países “centrales”, o los más industrializados.

Así hemos vivido desde la independencia, que no fue tal a la fecha, sumando a lo anterior, nuestra posición geográfica que nos hace vulnerables ante los países del norte, al tráfico de todo tipo de contrabando, desde droga hasta armas, siendo lo más dolorosamente importante: seres humanos.

Esa es nuestra situación real, frente al poder mundial, por eso el actual embajador de EE. UU., se ha tomado la libertad de dar sendas declaraciones, que a muchos con razón ha molestado, pero desafortunadamente, no ha dicho más que la verdad, para ellos nuestra soberanía es lo último, porque no existe, mientras mendiguemos para salud, educación, alimentación, que desgraciadamente en la mayoría de los casos irán a parar a ciertos privilegiados, aumentando la cantidad de pobres, y extremadamente pobres.

Y continuamos macondiano.

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