Fernando Mollinedo C.
El Estado no existía, no ha existido como tal, pues no hay una sola sociedad: los indígenas vivían en una sociedad aparte, los extranjeros y mestizos acomodados con la hacienda como medio de producción, han vivido aun entrado el siglo XX, el resto de mestizos no conformamos una identidad nacional.
Los gobiernos de Guatemala dejaron de atender los espacios sociales a que la ley les obliga desde que principiaron a pagar la factura política que les impusieron sus financistas electoreros. ¿Por qué necesitaron los políticos gastar mucho dinero en las campañas electorales? Simple: porque no tuvieron un discurso que convenciera a la población y en especialmente porque no tuvieron ni tienen la educación, cultura, oratoria, honradez y dignidad que pudieran exhibirse como personas justas para representarlos ante las autoridades del país.
La política en Guatemala no está diseñada para concretar proyectos sociales por medio de ideales convertidos en obra pública para beneficio del sector olvidado: campesinos, agricultores y masas urbanas; los congresos en que se presumió que cambiarían las cosas no lo hicieron y al final del día… todo sigue igual: los políticos se transformaron en títeres de los empresarios. Se entiende el pragmatismo electoral; no así el ideológico, si alguna vez lo tuvieron.
Desde hace cincuenta años, más o menos, la costumbre de desfalcar al Estado se volvió epidemia; sin embargo, eso no es importante para quienes en su calidad de sirvientes, empleados, vasallos y/o súbditos de los verdaderos dueños del país, les elaboran/aron leyes a la medida de su gula por las ganancias desmedidas en la diversidad de “negocios” que realizan navegando con banderas de honestidad y justicia laboral.
Necesitamos que finalice el dispendio con que actúan alcaldías, gobernaciones, diputados y secretarios generales del Gobierno por falta de control en el gasto público –casi todos y de todos los partidos políticos– por la ausencia de valores propios, acomodando sus gestiones administrativas al refrán: “el que viene atrás, que arree”
ILEGALIDAD es el nombre del juego que practican los políticos con sus tribus y dirigentes actuales, no quieren darse cuenta que viven sus últimos momentos si se aferran al modelo actual, el cual si bien es cierto que les dio poder, ahora está agotado y será su sepulturero.
Por alguna extraña razón, con el paso de los años la Historia se va empolvando y hay quienes no la conocen, y si la saben la minimizan. Así es la conducta del ser humano; por eso, los historiadores representan el único espacio para encontrarnos con el pasado y conocer los hechos y actos que han formado nuestra realidad.
Nuestras condiciones políticas se explican a raíz de las condiciones impuestas a nivel mundial por las corrientes económicas y sus aparatos reales e ideológicos de dominación; a saber: ejércitos, gobiernos, partidos políticos, medios de comunicación, ciencia y universidades.
Afortunadamente, la Historia no está escrita del todo; ella sigue nuestros pasos y nosotros los hombres y mujeres de Guatemala, la escribimos con el afán que Guatemala sea grande para el disfrute de todos.