Javier Monterroso

Analizando con un amigo el Caso de La Línea y sus implicaciones caímos en la cuenta de que no se trata solamente de un problema penal o de ética, la corrupción del régimen del PP puso en riesgo el funcionamiento mismo del sistema de acumulación de riqueza del sistema capitalista.

El sistema capitalista tiene algunas premisas básicas para la obtención de ganancias, la inversión y el reparto de utilidades: un empresario tiene un determinado capital, adquirido por herencia, por despojo, por trabajo propio o por un préstamo bancario, el empresario invierte este capital en una idea, para hacerla producir contrata trabajadores, adquiere maquinaria y produce un bien, este bien es luego vendido y el empresario con el dinero de la venta paga sus costos de producción que incluye el salario de los empleados y obtiene una ganancia sobre la cual además paga impuestos y vuelve a invertir una parte, si el empresario tiene éxito en unos 20 o 30 años puede convertirse en millonario.

Más o menos ese ha sido el origen de las fortunas de los grandes empresarios, aunque varios de ellos han sido beneficiados por el Estado directa o indirectamente, por ejemplo la familia Gutiérrez fue beneficiada con subsidios y exoneraciones de impuestos para la producción de pollo en los años sesenta, Banco Industrial fue creado mediante un decreto, los exportadores se ha beneficiado por años de la devolución del crédito fiscal, etc. es decir muchos empresarios han sido beneficiados en sus negocios y posiblemente sin este beneficio no hubieran sido tan exitosos, pero aún con ese apoyo del Estado hay un gran riesgo en ser empresario, pues si el producto no tiene éxito se pierde el capital y el trabajo invertidos, y aún el empresario más usurero paga impuestos, paga salarios y hace circular el dinero en el mercado, con lo que pone a funcionar la maquinaria del sistema capitalista.

El problema con Pérez Molina, Baldetti y demás compañeros es que sin entrar a la lógica del sistema capitalista se hicieron millonarios de la noche a la mañana, no tuvieron que adquirir un capital inicial sino que se aprovecharon del dinero de los impuestos de trabajadores y empresarios para crear sus empresas, no pagaban impuestos ni salarios pues era dinero ilícito no declarado producto del despojo, sin ser empresarios disfrutaban del estilo de vida de los más exitosos con casas en los lugares más exclusivos como Baldetti, viajes, yates, colecciones de motos y autos como Juan Carlos Mozón, helicópteros como Pérez Molina o incluso jets y aviones como otros funcionarios a los que aún no los alcanza la justicia.

Una pandilla dedicada a la corrupción a ese nivel, que llegó al Estado no a servir, sino a servirse de él, era una amenaza para el sistema y por eso los encargados de mantener funcionando el mismo debían perseguirlos.

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