Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

«Un pueblo que no conoce su historia no puede comprender el presente ni construir el porvenir» Helmut Kohl

De acuerdo con la Constitución Política, los diputados son nuestros representantes, y ante la heterogeneidad de la sociedad en general, cualquiera que tenga el suficiente dinero para comprar un espacio en un listado, puede ser diputado.

Desde que se compra el espacio, se refleja la sociedad en sí, acá todo se compra y todo se vende (lo que tiene precio, ni valor) por lo que cualquiera, no solamente refleja a la sociedad guatemalteca, sino, que puede ser diputado, y fiel reflejo de la población.

Viene a colación lo anterior, por varios incidentes que se han suscitado desde siempre en el Legislativo, desde insultos, altoparlantes, quema de cohetillos, y lo que tanto, en voz baja como vox pópuli se ha dicho, tráfico de influencias, corrupción y otros males más.

Pero la guinda del pastel, la han puesto últimamente los diputados «oficialistas», que no son otros que tránsfugas altamente reconocidos, ya que sin que el Presidente hubiese siquiera vetado las reformas a la Ley del Legislativo, (que quiso hacerlo con una norma importantísima) y con treinta días de gracia para que «diplomáticamente» se cambiaran de partido, al día siguiente de haber sido aprobada la mencionada norma, ya había abandonado las curules para los que fueron electos, y como quien se cambia de calcetines y medias, se cambiaron de partido.

Pero dos últimos incidentes, llaman poderosamente la atención de la opinión pública, 1) El protagonizado por veinte diputados «oficialistas» con la Gobernadora de Alta Verapaz, en el que las imágenes dijeron más que mil palabras, ya que las lágrimas de ella fueron tan fuertes, desoladas y evidentes, que no hubo medio de comunicación que no tuviera como titular la noticia, haciéndose eco de la situación, las redes sociales que fueron bastante contundentes contra el abuso a la funcionaria, ahora la pregunta es la siguiente: ¿Qué hará el Congreso, el PDH, MP, en este caso no solamente de alta corrupción, sino que de discriminación y tiranía? Ansiosamente esperamos observar cómo responden las autoridades a semejante despropósito.

Otro tema bastante candente, es el último protagonizado por el diputado reelecto Juan Manuel Giordano, quien, además de no contribuir en nada al proceso legislativo más que votar, de acuerdo a publicaciones de La hora, pidió un permiso de 15 días sin goce de sueldo para encontrar el camino como diputado, significa por lo tanto que este mozalbete ha sido diputado reelecto, sin conocer cuál es su camino como diputado al Congreso.

No se quienes votaron por él, pero quienes lo hicieron, así como a otros más, deberían pedir perdón a la población, por su responsabilidad histórica de votar por personas que no tienen la andadura política, la madurez y la idoneidad para ser nuestros representantes.

Lo peor de nuestro sistema, estriba en que personas como el aludido, califican la capacidad, honradez e idoneidad de profesionales para acceder a un cargo en otro organismo, e instituciones del Estado.

¿Cómo es posible que una persona (sin referirme solamente a él) tenga la potestad de calificar estas tres calidades que debe llenar y demostrar un funcionario público, si él o ella no solamente no las poseen, se mofan de ellas.

Mal andamos en nuestro macondiano país, si, el ente encargado de velar por seleccionar a los «mejores» elementos para ejercer la función pública, no tienen el conocimiento, capacidad e idoneidad para ser ellos mismos buenos funcionarios.

No cabe duda que urge una reforma constitucional, en la que existan parámetros de excelencia política, para llegar a ser como el mismo Giordano dijo: Dignatario de la nación, porque él hasta el momento nos deja a deber mucho.

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