Lamentablemente, Guatemala no solamente está bajo la administración política de comediantes, sino que se ha contagiado como la excusa para el desenvolvimiento de los distintos poderes del Estado.

Y es que resulta que ahora tenemos un diputado Juan Manuel Giordano que chantajea y se luce advirtiendo a su jefe de bancada, para posteriormente salir diciendo que fue una broma y que lo que verdaderamente preocupa es que alguien de su bancada haya traicionado a los demás.

Para nada entra en el tema de la vergüenza que le genera a la misma población por el simple hecho de tener esa clase de diputado. Y menos, refleja el partido oficial un compromiso con los ciudadanos porque, al fin y al cabo, parece que entre ellos lo importante es repartirse los pasteles.

Pero entre cómicos no solo nos debemos quedar allí porque tenemos otro ejemplo muy fuerte con el del juez “Cantinflas” que le da mil vueltas a cada uno de sus argumentos para terminar al final fallando como le interesa a poderes bien fuertes. Hablamos de Miguel Ángel Gálvez que ha estado a la orden de quienes son el cerebro en casos como Aceros de Guatemala.

Y termina queriendo ser cómico el vocero presidencial cuándo dice que las presiones de los diputados hacia los gobernadores están “apegadas a derecho” y eso nos hace pensar que de plano ya están acostumbrados a ese tipo de presiones ellos mismos en el Ejecutivo de los poderes que de verdad mandan en Guatemala, que cada cuatro años hacen sentir a los presidentes que son sus “socios y amigos” para utilizarlos como mandaderos y guardianes de sus intereses. Las declaraciones de Hiemann deben preocupar por esa dejadez con la que enfoca un tema tan delicado. ¿Ni corruptos ni ladrones?

Y abona el embajador de Estados Unidos que viene a decirnos que le vale madre lo que digan los convenios internacionales sobre relaciones diplomáticas. Si tiene una conciencia tan profundamente comprometida con los que menos tienen, que proteste por las interminables olas de guatemaltecos que son tratados como animales en sus procesos de deportación porque también nos echaría una mano gestionando mejores tratos para ellos. Y que recuerde que ellos no han ido a Estados Unidos a conocer a Mickey sino que a buscar mejores oportunidades de las que, junto a sus socios locales, su predecesor Peurifoy colaboró a establecer como sistema.

En fin que no es una comedia de verdad, sino una profunda tragedia porque terminamos siendo un sistema sin pies ni cabeza para la mayoría, pero muy bien estructurado para los que siempre ganan. Y el público en silencio, sin exigir la renuncia de Giordano, coherencia al juez que cantinflea o reclamar al embajador que se burla de la soberanía.

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