Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Bajo la eterna “excusa” de que “es que es inconstitucional”, “es que la Constitución así lo manda” o “es que habría que modificar la Constitución” seguimos teniendo la porquería de sistema que nos rige y siguen más vigentes que nunca los vicios del mismo junto con los actores que le dan vida a las sinvergüenzadas.

La última de esas “excusas” se dio ayer cuando hablando del secreto bancario nos dicen que éste no se puede eliminar porque la Constitución lo prohíbe y con ese argumento, el secreto bancario seguirá siendo en reducto para que muchos hagan sus fechorías con total tranquilidad.

Por esa eterna excusa es que seguimos bien fregados en el régimen político teniendo que votar por un sinvergüenza tras otro, en el plano de la justicia, siendo juzgados por algunas lacras y así abundan los ejemplos.

Si usted se da cuenta, nadie habla de modificar la Constitución de forma integral y coherente para atacar los vicios y para darle viabilidad a nuestro sistema, porque simple y sencillamente lo que está en juego es la mata de los negocios para las mafias, ya sean de cuello blanco o delincuentes rasos y porque se teme que el remedio salga peor que la enfermedad.

Hay que recordar que la Constitución es un ente rector que debe servir como una camisa de fuerza, pero el problema es que en Guatemala es una camisa que está siendo utilizada por las mafias para sacar una raja tremenda. Cualquier reforma a la Constitución, además se seguir el proceso que manda la ley, debe ir acompañada de una feroz participación social para que no nos metan goles como se hizo a principios de los años 90.

Y parte del problema es que nadie quiere esas reformas en manos de los diputados o peor aún una constituyente con los mismos partidos, pero como sociedad debemos tener los atributos para mandar por un cuerno a los actuales partidos y para reaccionar logrando un borrón y cuenta nueva.

Terminamos nosotros, como los diputados, el presidente y el ministro de Finanzas con esto del secreto bancario, agachando la cabeza porque recibieron la llamada de los verdaderos dueños de la finca en la que se les dijo “ahí no te metas”; pareciera que nosotros mismos, como pueblo, también recibimos esas llamadas y por eso es que nos volvemos másteres en ir sobreviviendo sin revolver mucho la porquería.

Cada pueblo tiene el sistema que se merece y no me queda menor duda que la porquería que nos toca tragar, no solo la hemos cultivado, sino merecemos comérnosla por aguados.

No se hará nada y me queda claro, pero cuando yo hablo de cambio de sistema como única oportunidad para tener un verdadero país me refiero justamente a eso de tirar los vicios al cesto de la basura para reconstruir a Guatemala con un modelo diferente, que pasa por leyes diferentes, herramientas distintas y una verdadera rendición de cuentas. Pero sobre todo pasa porque los ciudadanos juguemos un nuevo papel.

Con excusas tan burdas nos han dormido durante años y nos siguen durmiendo, porque la verdad es que hemos sido un pueblo sin atributos que no lucha por cambiar y porque nos hemos creído el cuento que como país aguantamos todavía mucho para ir paso a paso, poco a poco logrando uno que otro avance y que eso será suficiente para la Guatemala que algunos soñamos.

Artículo anteriorUna cortina de humo
Artículo siguienteCrisis sin control