Dra. Ana Cristina Morales

La depresión no es una enfermedad de las llamadas infecciosas pero ¿C ontagia? Cuando nos expresamos de contagio es usual que consideremos las enfermedades infecciosas. La depresión no se describe, como tal, producto de una infección viral, bacteriana o parasitaria. Está descrito que una persona con depresión puede llegar a influenciar la salud emocional de su entorno social y provocar tristeza y también depresión en el mismo.

Así que al evaluar a una persona que manifiesta síntomas depresivos también es importante evaluar el entorno familiar, laboral y social que le rodea.

En una ocasión me aconteció el hecho de evaluar a una joven quien me fue referida por ideación suicida y síntomas depresivos. Efectivamente presentaba una depresión moderada y sus ideas suicidas continuaban persistentes. Al evaluarle la presencia de riesgo suicida le pido a su acompañante, la madre, conversar con ella. De forma desafortunada en esta entrevista también puedo distinguir la presencia de riesgo suicida y un grado aún mayor de síntomas depresivos en ella.

Como precaución en estos casos el profesional de la salud mental ingresa a un hospital a su paciente e inicia tratamiento con medicamentos. Las dos mujeres pertenecientes a un sustrato socioeconómico bajo, con síntomas depresivos y sin ningún apoyo externo para ayudar a manejar el riesgo suicida que era obvio para las dos. No deseando ser referidas a ningún hospital nacional para su hospitalización, con dificultades familiares de bastante seriedad y sin mayores apoyos. Lo que en un inicio fue una consulta, se convirtió en dos y ambas de difícil manejo.

La madre encolerizada por no encontrar una solución a los problemas, y observando como un problema más la falta de colaboración y la actitud caprichosa de su hija. Una mujer que necesitaba en ese momento apoyo para su propio ser y no se encontraba en condiciones de proporcionar los cuidados maternos que requería su hija ante su enfermedad. La cual, dicho sea de paso, no consideraba como tal. Ni siquiera contaban con un sistema de creencias sólido que les ayudase a pasar por esos difíciles momentos.

Antecedentes de expresiones de violencia en el ámbito familiar, sin poder hacer un alto a las condiciones de vida que exacerbaban sus manifestaciones de depresión. Sin una pequeña tregua, sin apoyos familiares, sociales, económicos, ni espirituales visibles. Con el antecedente de muerte de dos familiares por suicidio consumado.

Era evidente el riesgo suicida de ambas mujeres. A lo más que logré hacer fue el realizar un contrato terapéutico; en el cual las dos se comprometían por mantener la vida y tomar sus medicamentos de la manera indicada, es decir, no como botonetas. A llamarme y a buscar recursos de apoyo dentro de su pueblo.

Las dos mujeres han cumplido con el contrato, pero necesitan tanto la madre como la hija de la presencia de cuidados maternales y un cambio de ambiente propicio para restablecerse del trastorno depresivo.

Cada día es de observar que existe mayor dificultad en encontrar recursos y ambientes posibles de ayuda para la recuperación de esta enfermedad que tratan de ver invisible, pero que su nombre es depresión.

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