Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“La esperanza es el sueño de los que están despiertos” Carlomagno

Tomo prestado, momentáneamente, el nombre del gran cuento del maestro Cortazar, porque así nos hemos sentido por años los guatemaltecos, y ya estamos en la última habitación, sin saber qué hacer y a quién recurrir.

Veamos en el cuento del maestro, los hermanos principian a escuchar ruidos, realizados por personas, sin que ellos las puedan observar, pero por temor a enfrentarlas, les van cediendo espacios ocupados anteriormente por ellos, a los intrusos que paulatinamente toman la casa.

En Guatemala, desde la conquista, se han ido cerrando para los guatemaltecos, espacios de crecimiento en todos los aspectos, y en lugar de enfrentar a quienes nos han ido despojando de nuestro espacio, por temor hemos dejado que hagan de este hermoso país cualquier cosa, menos lo que la población necesita.

Tanto en el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, las mafias se han ido apoderando de la voluntad de quienes hemos elegido, o en nuestro nombre lo han sido, para que conduzcan al país, de tal cuenta, que hoy desde sus casas u oficinas les basta realizar una llamada para que: 1) Un juicio se paralice. 2) Una resolución sea a la carta. 3) Una licitación se realice con dedicatoria a determinado comercio o industria. 4) Sea nombrado determinado personaje en un puesto específico, aunque no llene el perfil idóneo. 5) Se contrate a determinada empresa, aunque físicamente no exista. 6) Una ley sea aprobada o no, sin importar los intereses de la generalidad, y se privilegien los de grupos agazapados en fortunas inmedibles. 7) Salga del país una persona que se encuentra arraigada sin realizar el procedimiento establecido, y 8) Muchos más actos reñidos con el buen hacer.

La ciudadanía honrada se ha ido replegando temerosa ante el autoritarismo de los delincuentes que tienen el poder real en el país, y como los protagonistas del cuento aludido, van dejando los espacios, en el cuento son habitaciones de una casa, en el país son espacios a todo nivel, y poco a poco, cada vez el país se encuentra más acorralado como en una ratonera, solamente que no somos ratones, y nos encontramos a merced de criminales de toda índole.

Los criminales que van copando cada vez más espacios, son de todo tipo, vulgares rateros, ladrones de cuello blanco, ladrones de bienes del Estado, funcionarios corruptos en todas las instituciones a quienes no les importa cuántos niños mueren debido a los “pequeños sobornos” o cuantos no tienen derecho a estudio, lo importante es llenar los bolsillos propios, de las amantes y de los amigos, lo demás es lo de menos, pero por cada muerte no importa de quien se trate, ese dinero será más negro, los niños desaparecidos, las mujeres asesinadas, los niños ultimados directa e indirectamente, los choferes muertos violentamente, toda esa sangre derramada, oscurece ese dinero mal habido, hasta hacerlo quemante aunque no sientan de momento las quemaduras, las mismas allí se encuentran.

El país ha sido tomado por las mafias cada vez más poderosas en todos los niveles y estratos, las manifestaciones de hace un año se hacen cada vez más necesarias nuevamente, la Plaza de la Constitución, fue nuestra casa que hoy se encuentra desolada, tomada invisiblemente por los dueños del poder real, y los dueños del grito de conciencia hemos dejado que tomen nuestra casa, eso no debe seguir así, de alguna manera la casa no debe ser tomada, la casa debe ser recuperada, fuera el temor a los murmullos de quienes han ido ocupando cada uno de los espacios que hemos dejado los dueños verdaderos, en lugar de escondernos, y posteriormente huir, debemos armarnos de fortaleza y pelear con inteligencia nuestros espacios, que al fin y al cabo los dueños de nuestro espacio somos los más, aunque los malos parecen tener más poder, el poder de la unión la tiene solamente un conglomerado: El pueblo encendido en patrio ardimiento.

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