Juan Antonio Mazariegos G.
Los recientes nombramientos de los abogados Juan Francisco Solórzano Foppa y Werner Ovalle Ramírez, respectivamente, al frente de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) y de la Intendencia de Aduanas de la misma institución, ponen cabeza a un ente fundamental en la estructura del Estado.
De conformidad con la Ley Orgánica de la SAT, corresponde a esta institución el ejercer con exclusividad las funciones de Administración Tributaria y esa misma normativa establece que goza de autonomía funcional, económica, financiera, técnica y administrativa para lograr dichos fines. En otras palabras, la institución está dotada de los mecanismos legales para cumplir su función. Una SAT robusta y efectiva resulta indispensable para el desarrollo de nuestro País y la oportunidad que tienen los ahora nombrados no puede ser desperdiciada.
Si bien, el mediático Caso de La Línea debilitó tremendamente la credibilidad de la institución al resultar involucrados varios de sus antiguos intendentes en defraudación al Estado, también es cierto que el caso oxigenó a la entidad, permitiendo que el personal de la misma que con anterioridad permanecía impávido y carente de directrices para cumplir con su trabajo, según se desprende de los hechos que fueron revelados por los procesos judiciales, ahora busca un nuevo liderazgo que les guie hacia el cumplimiento de las funciones de la institución y en ello radica la gran oportunidad que los abogados recientemente nombrados disfrutarán.
Actualmente existen comisiones, foros, análisis, opiniones y un sin fin de otros medios que buscan crear la receta perfecta para que hechos como los de La Línea u otros similares no vuelvan a repetirse en SAT, se busca reformar, modificar o sobre reglamentar a la institución y sus leyes, siempre es más sencillo culpar a la ley que a las personas. En mi opinión, era indispensable el nombramiento de nuevas cabezas para la institución y que mejor si estas personas provienen de un extracto profesional distinto, como el de los nombrados y sobre todo no guardan relación anterior con la misma institución. Hoy las nuevas autoridades de SAT están nombradas, el tiempo y su actuar definirán si fue o no una buena decisión del Gobierno este nombramiento, de parte de quienes conformamos la base de contribuyentes y pagamos nuestros impuestos, bienvenidos, esperamos objetividad de su parte, nada más. Por supuesto los números del País no mienten y en pos de la reducción del déficit fiscal, la recaudación y la base tributaria deben de incrementarse, al igual que debe de combatirse frontalmente la defraudación y el contrabando, verdaderos jinetes del Apocalipsis de un País que necesita tremendamente recursos para inversión y desarrollo.