Lucrecia de Palomo

JESÚS RESUCITÓ!!! Cómo andaría nuestra fe si este hecho no fuera real. Se cumplió todo lo que las Sagradas Escrituras dicen sobre el Mesías, todas y cada una de las profecías. Por ello y por experiencia propia, hoy más que nunca, estoy convencida que resucitó y “está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos”.

Siempre he sido una mujer de fe, he tenido mis creencias sólidas con las cuales vivo, transmití a mis hijos y compartí con mi marido. La prueba más crítica de mi fe precisamente fue cuando asesinaron a Pancho. Esto porque todos los días, sin faltar uno solo, antes de salir de casa rezábamos juntos, lo persignaba repitiendo “que la Sangre de Cristo te guarde, te cubra, te proteja y te renueve todo el día de hoy; a vos, a tus hijos, a tus nietos y a tus hijos políticos” y él contestaba “y a vos también”. El día de su ejecución no fue la excepción. Por ende esperaba, por fe, que Dios ahuyentara toda maldad de mi familia.

Fue ese pavoroso momento, en que vi su carro empotrado en un árbol y me acerqué, cuando se dio el primer milagro de fe: sin poder llegar a su cuerpo porque me flaquearon las piernas, caí sentada en la banqueta, sostenida de la llanta trasera del vehículo, fue en ese instante cuando no con los ojos sino con el corazón, que vi a la Virgen María, vestida de negro; tomó en sus brazos a Pancho y lo llevó hacia arriba. El cuerpo yacía, atado con el cinturón de seguridad, en el sillón del piloto, pero él, su espíritu, había partido con la MADRE quien lo presentó ante el Señor.

El dolor era inmenso, pero la paz traspasaba todo entendimiento y aun así, humana que soy, cuestioné a Dios por el hecho durante un tiempo. Le cuestioné duramente, pero en su infinita misericordia a todas y cada una de las preguntas que le hice me dio respuesta ¿por qué Lo permitiste? la respuesta vino de inmediato: Permití que mi Hijo muriera en la cruz, entonces ¿Por qué no Pancho? Cuando le cuestionaba por el sufrimiento de mis hijos y el mío inmediatamente la respuesta: ¿Sabes lo que la Virgen y YO sufrimos al lado de nuestro Hijo durante su Pasión y el camino al Calvario? Pregunta que hacía a Dios, me la respondía de inmediato sin dejar duda de su amor. Pero aun así, ¡Mi dolor es tanto! Pero Él está ahí y con cada respuesta una paz inmensa llena mi alma. Ahí pude sentir y consolidar el gran amor que Dios tiene por todos sus hijos. Cientos son los momentos de dolor, como cientos las pruebas que nos da de su amor hacia nosotros.

Después de vivir la primera Semana Santa sin Pancho (en 48 años de mi vida), decidí hacerlo en Antigua, acompañar a Cristo en su Pasión. La experiencia fue magnífica. Pude sentirlo en cada momento: en el lavado de pies, en las visitas a los Sagrarios, en los Nazarenos con la Cruz en hombros, en la Descensión de la Escuela de Cristo, pero sobre todo en el Domingo de Resurrección.

Cristo vive y nosotros en Él. Este reino es temporal y limitado, mientras que el de Dios es atemporal y eterno. Por tanto estoy segura que en cada momento de la Semana Mayor, Pancho estuvo y está conmigo y estaremos juntos de nuevo. JESÚS RESUCITÓ y con Él todos nosotros.

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