Raymond J. Wennier

¿De nuestra educación secundaria, que tanto utilizamos como adultos?

Las escuelas unitarias o de multigrados abundan aún en el sistema escolar guatemalteco. Especialmente en áreas geográficas lejanas, un maestro enseña a todos los alumnos sin que importen las edades o los grados que corresponden a cada alumno. En otras situaciones dos o tres maestros tienen a su cargo los seis grados de primaria.

Lo anterior significa que un gran número de niños en Guatemala aún no goza de las mismas oportunidades de equidad que otros que tienen en sus lugares un ambiente más adecuado para el aprendizaje; por lo tanto, probablemente tendrán más posibilidades de mayor éxito en el futuro. No debería ser así.

Es absolutamente necesario tener un cambio del paradigma en el sistema escolar. Eso significa un cambio de visión. Es un cambio de metodología. Para hacerlo hay que cambiar la forma de cómo pensamos, que a lo largo nos exige cambiar cómo hacemos las cosas.

Las palabras de un nuevo modelo responden a la pregunta: ¿Cómo entendemos el “Interés Superior del Niño”? en 1. El desarrollo del niño. 2. Cómo utilizamos los conocimientos de los resultados de las investigaciones en las ciencias neurológicas y 3. Conociéndolas, cómo influencia a los niños el ambiente que les rodea.

Hace tiempo que Friedrick Wiedheim Froebel, creador de los kindergarten, reconoció que el desarrollo en lo cognitivo, las emociones, lo psicológico y la parte física de los niños, van interrelacionados. Por eso cada niño es diferente y sus necesidades también. A través de los años el desarrollo del niño ha influenciado el currículo escolar que atiende supuestamente al niño completo. Sin embargo, las prácticas educativas han cambiado su enfoque de uno “completo” a uno “parcial”. Eso ha separado, desintegrado el desarrollo integral del niño a uno que básicamente atiende únicamente a lo cognitivo. Mucho de ese cambio es forzado por la exigencia de aprobar los exámenes practicados.

¿Dónde está la equidad de oportunidad del aprendizaje para lograr el desarrollo de la potencialidad integral de cada niño?

Los resultados de las investigaciones neurológicas tienen implicaciones significativas en cómo debemos ver la forma en la que aprenden los niños.

Los cambios en el cerebro y la neuroplasticidad, obedecen a respuestas a la estimulación de una conducta, el comportamiento frente a su ambiente y a las oportunidades de ricas experiencias. Eso significa cambios en la metodología y en las estrategias usadas en el proceso educativo –es un cambio de modelo–un cambio de paradigma.

Tal vez la parte que influye más en la educación completa de los niños es el ambiente en que viven. El ambiente es la interrelación entre los miembros de la familia, entre los compañeros (peer group), y dos tipos de ambientes más, como son su vecindario y su escuela. Esas interacciones pueden ser factores determinantes en el desarrollo del niño y por ende en su aprendizaje.

El sistema exige a los alumnos a que acepten ese sistema; el cambio de paradigma, en mi opinión, es que el sistema debe acoplarse a las necesidades de los alumnos. El cambio de punto de vista debe ser tomar el tiempo necesario para conocer y entender el trasfondo de dónde viene cada niño y la influencia que esos elementos juegan en la vida escolar de cada uno.

No es que los niños satisfagan las “necesidades” de un currículo sino es la habilidad de la escuela (sistema) para satisfacer las necesidades integrales de los niños. ¡Es un cambio de paradigma!

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