Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

En Guatemala no ha cambiado nada. Seguimos igual que hace más de treinta años. ¿Cuándo nuestras autoridades se van a dar cuenta que la administración pública con tantos y tan malos funcionarios, en vez de ir para adelante nos llevan como el cangrejo? Eso sí, hay que oírle la boca a los de Conred, a los de la Dirección General de Transportes, a los de la PNC, a los de la Muni o a los de Covial anunciando que para la Semana Santa van a hacer una retahíla de “operaciones”, “planes” o “alertas” de todos los colores, con los nombres cada vez más estrafalarios de supuestas campañas de prevención de accidentes. Llegó el lunes de Pascua y volvemos a ver el mismo rotundo fracaso de años anteriores. De ahí que insista en decir que Dios es grande, porque el número de muertes no sobrepasaron los cientos o millares de muertos y lesionados por diversas causas, en especial, por accidentes ocasionados por vehículos automotores conducidos por verdaderos cafres al volante quienes, en estado de ebriedad o en sus plenos cinco sentidos comenten cualquier número de infracciones a las leyes de tránsito.

Todo lo anterior se debe a que las autoridades siguen siendo designadas para cargos en que se requiere una sólida preparación o capacitación en técnicas preventivas, para no llegar a los puestos a averiguar de qué se tratan las funciones que deban desempeñar, en vez de asumirlos con pleno conocimiento de las causas y con planes y proyectos para combatirlas sin pérdida de tiempo. Su monumental ignorancia se nota hasta en la simple colocación de puestos de registro de vehículos que, en vez de ponerlos en puntos clave de caminos o carreteras, son colocarlos en el Centro Histórico en donde por el paso de las procesiones o de las alfombras no pueden circular a más de diez kilómetros por hora.

Es tanto el empirismo que no se han percatado que si los registros de la SAT son confiables, hay tres millones de vehículos rodando en toda la República y solo en el departamento de Guatemala hay más de un millón trescientos mil. Por consiguiente, aunque pongan muchos más pasos a desnivel en la ciudad capital no van a poder ser útiles si el resto de las vías de comunicación no cuentan con semáforos debidamente sincronizados y sin desarrollar todo un conjunto de medidas urbanísticas de primer orden. Y ¿qué decir del reducido número de policías encargadas de velar técnica y adecuadamente por el cumplimiento de normas de tránsito de vehículos en las carreteras del país, lo que sigue permitiendo que locos e irresponsables conductores sean capaces de matar y herir impunemente a decenas de víctimas?

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