“He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba. Lo que cambie, dependerá del pueblo cubano. No vamos a imponerles nuestro sistema político ni económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propio camino y darle forma a su propio modelo”.

Con esas palabras, el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se dirigió a los cubanos en un mensaje que, al menos los guatemaltecos, deberíamos ponerle atención porque es absolutamente aplicable a la situación que como país estamos viviendo.

Y nos guste o no, la crisis de Guatemala no es por un embajador que venga a hablar más de la cuenta o que se deje llevar por un entusiasmo de quienes le hacen sentir que es el adelantado que nuestro país necesita.

Es tan sencillo como aceptar que somos y hemos sido nosotros los únicos responsables de habernos dejado llevar hasta donde estamos. En la mayoría de los casos, porque con la violencia, la exclusión y el abandono se logró la sumisión de la mayoría de una población que terminó por agachar la cabeza ante una deshumana forma de dominio.

Pero también porque la “clase pensante”, la sociedad “activa”, las “clases vivas”, no cumplieron con su función de confrontar a los dueños del sistema que han ejercido eficientemente el control paralelo del poder para mantener la administración de todos los bienes del Estado con su sistema de corrupción e impunidad.

Tiene razón el presidente Obama. Porque mientras la sociedad no se decida a ir por un cambio real, seguiremos teniendo esos mercaderes y delincuentes en el Congreso que son representantes de la vieja política; una Corte Suprema de Justicia que anda viendo cómo cumple con su misión de ser guardianes de la impunidad o un gobierno que se dedica a pedir que confiemos en su palabra mientras utiliza las mañas tradicionales.

Y es que mientras muchos sintieron la euforia de salir a la plaza y se cuelgan la medalla de botar a un gobierno, no se ponen a pensar que lo que nos hace falta es seguir saliendo para empezar a construir el país que queremos. Al gobierno de Pérez y Baldetti no lo botó la gente, sino la CICIG y el MP con órdenes de captura por actos de corrupción. Si por ellos fuera, hubieran entregado el poder el 14 de enero aún con marchas todos los sábados en la plaza.

Solo el pueblo de Guatemala podrá hacer los cambios que hacen falta para que, de una vez por todas, entendamos como sociedad que habrá que hacer que se cumpla la ley y solo el temor a la ley nos librará de los abusos. Nos urge reaccionar como sociedad.

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