Raymond J. Wennier

En cada aula hay enemigos que no permiten a los alumnos llegar al desarrollo de sus potencialidades.

Cómo es posible que año tras año escolar haya tantos cursillos o talleres de profesionalización para maestros con temas de actualidad, pidiéndoles aplicarlos en sus aulas porque eso sí va dar buenos resultados ¿??? Pero anualmente los resultados de las pruebas estandarizadas son decepcionantes. ¿Será que hay enemigos del aprendizaje?

Creo que el primer enemigo del aprendizaje es el Currículo. No estoy seguro que cien educadores puedan llegar a una conclusión común de qué significa el currículo. Cómo implementarlo, qué tipo de actividades debería incluir, en cuánto tiempo, cuándo y cómo evaluar el contenido del currículo que ha sido impuesto como obligación de cumplimiento común.

El currículo exigido en la mayoría de establecimientos trata de cubrir demasiado contenido y, además, se refiere a lo que es enseñado comúnmente por los maestros que dan la misma materia académica a diferentes grupos. Indica lo que el maestro debería enseñar a los alumnos; tópicos, conceptos y habilidades que deben aprender.

No habla del proceso de aprendizaje ni del tiempo necesario para que los alumnos arraiguen por medio de la práctica, los conocimientos aprendidos.

El siguiente enemigo son los textos usados en aula. Por razones económicas tienen que ser utilizados por lo menos cinco años para que sea rentable. Actualmente eso da «mal servicio» a los alumnos. El contenido de los textos cambia en todas las áreas; es más, en cinco años su contenido ha cambiado casi totalmente. Además, no estoy seguro de que los currículos sean suficientemente «simples» y «claros» para ser ejecutados con propiedad.

El texto termina siendo el «currículo» para el maestro, y por eso los reclama. Sí a más libros, y no textos para las bibliotecas.

El tercer enemigo son las actividades que se hacen sólo por tenerlas y ocupar a los alumnos sin un propósito claro, educativo, explícito, que indica el por qué hacerlo. Es únicamente «hacer» por hacer.

El cuarto, es usar la tecnología es sustitución a la tradicional hoja de trabajo. Es llenarla con respuestas cortas sin tener que pensar mucho. Un programa de juegos en computadora sin que haya un enlace directo al tema académico, no exige mucho. Si la tecnología no está conectada a internet, limita a los alumnos a aprender cómo usar fuentes de investigación y la búsqueda de información y datos pertinentes para usar en un contexto real de la vida de los alumnos.

Para esta consideración, el último enemigo del aprendizaje son los exámenes producto de un sistema cerrado que refuerza la memorización sin tener que pensar para poder responder «correctamente» lo que el maestro quiere como respuesta. Se estanca la iniciativa y la creatividad de los alumnos. Siguen midiendo el contenido de datos e información en un nivel básico: significa que las metodologías y estrategias pedagógicas usadas por los maestros, atienden esos requerimientos para cubrir la totalidad del currículo.

Las claves son: 1. Tiempo. Darlo a los alumnos para practicar y que los maestros lo tengan para planificar. 2. Currículo. Revisarlo y reajustarlo a las necesidades emergentes, cada tres años. 3. Textos. No depender de un texto de compañías comerciales. 4. Tecnología. Estar seguros de que hay condiciones físicas para su uso; mayor capacitación en su buen uso y manejo. Actividades. Con propósito educativo y dar el tiempo para hacer una mejor planificación de clase. Exámenes. Repensar cómo y cuándo hacerlos.

Finalmente añado la implementación de los «soft skills» como parte esencial del proceso educativo en el aula.

Artículo anteriorSobre la soberanía y los Estados Unidos de América
Artículo siguienteLa pena de muerte es legítima defensa