Estuardo Gamalero

“Para los idiotas las órdenes son leyes”
Henning Von Tresckow

Oriento la pregunta que consigno en el título: ¿Quién es más útil: un corrupto con la “cola machucada” o una persona íntegra que no se vende por miedo o por favores?

La respuesta evidentemente es: Depende para quién. Sin embargo, la misma se puede responder desde la óptica de los principios y valores, o desde el palco de los intereses. Un corrupto con la “cola machucada”, es un elemento sumamente servil para cumplir cualquier orden, instrucción o favor de quien le tenga “machucada la cola”, en especial, si esa persona ostenta Poder o tiene en sus manos el futuro inmediato del corrupto. De este breve orden de ideas, se fundamenta buena parte de aquel dicho: “es que son coyotes de la misma loma”. El individuo íntegro, por la naturaleza de sus ideas y la legitimidad de sus objetivos difícilmente se subordina al servicio de una persona.

El corrupto se inventa interpretaciones de la ley y por supuesto las promociona y justifica.

Una de las grandes diferencias, entre el hombre probo y el hombre corrupto, es que el primero actúa motivado por convicciones y el segundo por presiones y posiciones. El primero piensa: ¿qué debo hacer para corregir un problema? Y en el intento de generar soluciones (aunque pueda estar equivocado), usualmente su objetivo es noble y en el visualiza la superación del entorno sin apartarse de los valores. El corrupto piensa: “si hago esto o aquello, quedaré bien con aquel y entonces “YO” me fortaleceré y me dejarán de presionar (por supuesto, sin importarle cómo conseguir el objetivo).

El corrupto busca posición estando al lado de quién tiene Poder. El hombre virtuoso se aferra a la razón. En los últimos días he escuchado y leído diversas opiniones que critican la postura de algún político, embajador, empresario, de algún funcionario público. He visto que tanto la mayoría de los ataques, críticas como de las defensas que profesan varios, se orientan a la persona y sus intereses, no hacia el contenido de sus ideas o lo irregular de sus actos. Incluso, he leído, como en el contexto de una justificación, hay quienes validan lo indebido con el argumento: “es que en el pasado no dijeron nada porque les convenía”.

“El caso Amatitlán y el agüita mágica” es el espejo íntegro de toda nuestra sociedad (urbana y rural). Ese burdo acto de corrupción nos vino a caer como “cubeta de agua helada” y debería hacernos reflexionar a todos los chapines”. La corrupción de las esferas social y política, se representan en esa podredumbre que los guatemaltecos a lo largo de 100 años hemos venido arrojando en un lago hermoso, cercano y recreativo.

Alcaldes aledaños, desarrolladores de proyectos y los mismos vecinos, deliberadamente han conectado los desagües de sus casas, establecimientos y negocios a los ríos que nutren el lago. Con ese mismo patrón de conducta chueca y permisiva, buena parte de los guatemaltecos hemos sido oportunistas de la corrupción en alguna de sus etapas y muy permisivos con los corruptos, en especial con aquellos que nos pueden favorecer.

Si aún no mira las similitudes, pregúntese: ¿Por cuánto tiempo hemos permitido que corruptos, mentirosos e incapaces lleguen al Congreso, a las Municipalidades, a los Tribunales, a los Ministerios, las Iglesias y a los Sindicatos? Esa élite de corrupción cundió las instituciones de la misma forma que la cochinada contaminó todo el Lago de Amatitlán. Conste que también señalo con el dedo a quienes se jactan de ser empresarios, pero que operan en la informalidad y lucran con apoyo de la evasión.

Otra similitud entre el Caso Amatitlán y la corrupción de nuestra sociedad, es que también en esta última aparecen genios y promotores con “agüita mágica” para solucionar el problema. En el ambiente político, esa “agüita” se disfraza de leyes vanas, con enorme carga ideológica y conflictividad.

Si trato de hilvanar mi razonamiento con el caso de Guatemala, más de alguien creerá que defiendo intereses de terceros. Así que, amable lector, le invito se informe y vea el histórico subdesarrollo de Cuba, la resiente destrucción de Venezuela, el debacle de la Argentina y la anarquía de Brasil. Cada país tendrá sus condiciones propias, pero dentro de las similitudes, podemos mencionar: a) Gobernantes Populistas provocando resentimiento y conflictividad entre clases; b) la aparición de leyes destruyendo la empresarialidad; c) el ataque en contra de la propiedad privada; d) el control de los Poderes del Estado; e) la limitación a la libertad de emisión del pensamiento; f) la injerencia o el silencio por conveniencia de la comunidad internacional; f) las arcas del Estado como Botín de los políticos de turno.

Las anteriores características, no han sido más que trampas disfrazadas de caminos.

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