Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Guatemala atraviesa tiempos especiales porque tiene una oportunidad para cambiar, pero a la fecha nada ha cambiado y de hecho, la luz que nos hizo pensar en un mejor futuro poco a poco se vuelve más tenue y eso es lo que genera la necesidad de que existan nuevos liderazgos.

La gente inmediatamente asocia el liderazgo con el factor político, pero eso es un pensamiento equivocado por muchas razones, pero particularmente, porque querer cambiar ahora el país y la política desde adentro es una tarea utópica si se toma en cuenta que las reglas actuales son perfectas para que nada cambie.

Entonces esos liderazgos a los que me refiero deben surgir de los más profundo del sentir social, y debe ser un movimiento que desde abajo permita alcanzar los cambios arriba y en el mundo político. La tarea no es fácil, porque este tipo de liderazgos implica predicar con el ejemplo desde las esferas más privadas de la vida.

Jimmy Morales es hasta hoy el mejor ejemplo de ese «outsider» que decidió incursionar en la política con una visión diferente de «ni ladrones ni corruptos», pero que jugando bajo las mismas reglas y no haciendo nada para cambiarlas, poco a poco ha ido siendo tragado por ese mundo tan perverso de la política que es el corazón de nuestro sistema.

Es por ello que los liderazgos deben enfocarse en que cambien las cosas y ahí hay espacio para todos, pero sí es importante que podamos hacer un alto en el camino y evaluar cómo hemos venido operando, quienes nos han venido representando y qué resultados hemos obtenido.

Esta época da para que existan más empresarios que entiendan que la mata no puede seguir dando solo para unos pocos y que el futuro de Guatemala y el de sus familias, pasa porque más familias tengan acceso a oportunidades. Ahora en Guatemala, si yo quiero asegurar la rentabilidad y sostenibilidad de mi negocio, además de hacer un buen plan de negocios, debo esforzarme para que los cambios se traduzcan en oportunidades que hagan que la burbuja no reviente.

Existen espacios para líderes sociales para que más allá de señalar los vicios, se trabaje en la forma en que, de raíz, podemos cortar el origen de los mismos; implica hacer un poco de trabajo social dándonos a la tarea de dimensionar y entender los problemas, debiendo, además, socializarlos para concientizar a la población de por qué no tenemos futuro si nada cambia.

Pero también es una oportunidad para los que nunca han tenido nada, ni esperanza ni fe en el futuro, aquellos eternos miembros del club generacional de la pobreza, para que aprovechen este espacio en el que caben nuevos liderazgos y se hagan escuchar sabiendo que su única posibilidad es que en Guatemala cambien las reglas.

Deben entender que ellos ponen a los Congresistas (financiados por intereses oscuros) que ya en su curul se burlan de ellos, de su pobreza, de su falta de oportunidades y se congratulan que seguirán teniendo electores sin futuro porque estiman que así, seguirán contando con votantes que se convencen con la camisa, la canción o el regalo de la campaña.

El futuro de Guatemala demanda que todos los guatemaltecos que deseamos un cambio nos entreguemos para cambiar las reglas que viabilicen el futuro.

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