Rene Leiva
(Continuación, no sin algún atraso, del No. 10, de fecha 12 de febrero 2013)
(Segunda parte)
Donde autodenominarse maya (sin comillas) está considerado poco menos que un delito de suplantación o de plagio o de apropiación indebida por ciertos intelectuales (o no tanto) sospechosos, ellos sí, de identidad renegada, un poco tránsfugas y apóstatas.
Donde el columnista de prensa, de mal nombre «analista independiente», en la mayoría de los casos, depende, sirve o es subordinado de la ideología dominante (la del pisto), la clase social, sector, gremio o determinados intereses exclusivos y excluyentes a que pertenece en cuerpo y alma.
Donde las siglas VIP, en español, significan Vulgares Idiotas Pretensiosos.
Donde aunque alguna vez el pueblo «despierte» seguirá con sus seculares ensueños angustiosos poblados por los mismos invasores, colonizadores, expoliadores, burladores, verdugos.
Donde a cierto país situado entre México y Canadá la gente sencilla y también la no tan sencilla le dicen «Unión Americana» (?), y a la embajada de dicha nación le llaman «embajada americana» (sic). Por cierto, el continente americano, que incluye Groenlandia y las Antillas, va de Alaska a la Patagonia, mientras no se demuestre lo contrario.
Donde se perpetra el más crudo e impune libertinaje -económico, político, social, cultural, ecológico- en nombre de un falaz, hipócrita, dogmático y demagógico «liberalismo».
Donde la gran mayoría de habitantes no solo tenemos la cara y por lo tanto es apreciada así por propios y extraños sino que realmente, ciertamente, verdaderamente, indudablemente somos babosos hasta límites insospechados aunque ligeramente intuidos.
Donde ningún otro pueblo sobre la faz de la tierra ha merecido de forma tan meritoria los sucesivos gobiernos abyectos que ha «elegido» con base en la inveterada amnesia histórica, cuestionable inteligencia y atrofiada dignidad de esa (esta) desdichada nación.
Donde toda la vida han soplado apacibles vientos de cambio en las cuentas bancarias o estados financieros de políticos, tecnócratas, contratistas, funcionarios públicos, dipunarcos sindicalistas estatales, financistas de campañas electoreras, asesores, jueces venales, abogánsters, empleados fantasma…
Donde nombres como Dos Erres, Sepur Zarco, Plan de Sánchez, entre otros muchos, no son de lugares en que se libraran heroicos actos de guerra convencional entre combatientes de igual fuerza y dignidad, sino donde durante la indiscriminada represión contrainsurgente el pundonoroso y glorioso ejército nacional mostró sus inveteradas sevicia y cobardía contra mujeres, niños y hombres trabajadores del campo.
Donde los restos de los masacrados por el Ejército durante la represión contrainsurgente -cadáveres de mujeres, niños, ancianos- han de sufrir una odisea de veinte, treinta años entre el testimonio del azadón y el laboratorio forense de campo, antes de ser inhumados, al fin inseminados en el vientre de la madre tierra bajo el signo de la cruz y con el polen de la invicta memoria.
Donde cualquiera puede estar por encima de la ley, según se ha visto y oído. Por ejemplo, basta poner las posaderas sobre cualquier edición impresa de la honorable Constitución Política, del Código Civil, el Código Penal, etc., incluso si se padece de flatulencia.
Donde, según varios especialistas y analistas políticos de primer orden consultados, el próximo presidente más o menos constitucional de la República bien podría ser, por qué no, un tal Teco Temió, descendiente directo de Teco Teca… ntó.
Donde el político partidista, folclórico, de gallinero, en ejercicio del poder, no solo mama y bebe leche, también se roba al ternero, vende al toro, se acuesta con la vaca y usufructúa la lechería.
Donde, en toda su historia republicana, el pueblo sólo ha merecido dos (2) gobiernos; por cierto sucesivos, a mediados del siglo XX. ¿Y nunca más?
Donde cada gobierno que se sucede no es más que un exclusivo club social y deportivo de millonarios, reales o potenciales, cuyo excéntrico protagonismo, por demás mediático, constituye el circo del pueblo, a precio de presupuesto nacional. (El pan para el mismo pueblo serían las migajas que caen de los festines del exclusivo club.)
Donde el olfato político está en conexión directa con los desechos humanos, especialmente fecales.
Donde la mayoría de medios de comunicación, con su periódica, explícita y muy gráfica apología del dios dinero, del lucro, de las ganancias, los potentados, el lujo excesivo, el derroche de unos cuantos encumbrados, fomentan e infunden la codicia en las «almas débiles» que buscan por cualquier medio semejarse a los endiosados por las agencias noticiosa y de publicidad, cabalmente en un país miserable. (¿Cuánto de la delincuencia, crimen organizado, corrupción e impunidad se deriva de la apología mediática del dios Pisto-Fácil?)
Donde aunque las estructuras sociales están oxidadas, carcomidas, apolilladas, pegadas con saliva, mohosas, engusanadas, llenas de pus… todavía aguantan hasta, por lo menos, el siglo XXII. ¿no?
Donde figurar por cuatro meses en el Gabinete ministerial de un Presidente de facto, tirado con honda, un liberacionista decrépito aunque «duro», puede significar el tirar por la borda varias décadas de un cierto prestigio obtenido en el apasionante y nebuloso ámbito de la «cultura».
Donde en la única radioemisora cultural digna de tal nombre, Radio Faro, siempre están atrasados; el locutor pronuncia muy mal los nombres en alemán, francés, italiano, inglés, español, incluso; en compositores contemporáneos incluyen a Antonio Vivaldi (1678-1741); los discos rayados pueden pasar así hasta por diez minutos; te anuncian un Stabat Mater y te ponen la Danza de los Sables…
Donde responder al diminutivo de Yimi (Jaimito, en traducción libre del idioma de Dwight Eisenhower y George Bush) no es impedimento, obstáculo, traba, dificultad, para optar y ejercer la llamada primera magistratura de la Nación, a menos que se caiga en puntillosas trivialidades, frivolidades y fruslerías del tipo «Moralejas». ¿Moraleja? En país de mensos, mensas y mensitos… Aja, cabal.
(Estas líneas sin fin continuarán, mejor escritas, en calles, parques, caminos de tierra, paredes desnudas, camionetas, cantinas, sobremesas familiares, cuartos en penumbra… de nuestra Guateanómala inmortal.)