Juan José Narciso Chúa
En la actualidad la SAT se ha vuelto el centro de discusión de diversos centros y del propio Congreso de la República, justamente a partir de los diferentes escándalos que emergieron a partir de las operaciones realizadas con precisión por parte del MP y de la CICIG. El aparecimiento de diferentes redes criminales alrededor de la SAT, situación que continuó con la otra red vinculada a la movilización del crédito fiscal, fueron elementos que sumaron a develar una institucionalidad precaria que mostró su lado más oscuro y débil, cuando diferentes funcionarios de la misma se encuentran vinculados a estos procesos que hoy se llevan judicialmente.
Hace ya algunos años escribí una nota preguntándome en dónde se perdió la SAT y en el mismo hacía una serie de consideraciones al respecto de todo lo que ha ocurrido con la misma, pero hoy los problemas y la complejidad de los mismos se han magnificado irremediablemente. En primer lugar, las aduanas siguen siendo un espacio en donde la corrupción es la constante. Recuerdo en el año 1986, ingresé a trabajar con Rodolfo Paiz como primer ministro de finanzas del también primer gobierno democrático, lo cual significó adentrarse en los sinuosos recovecos de anteriores gobiernos militares. En esos tiempos no conocíamos a mucha gente que circulaba en el nivel 18, en donde se encontraban –hoy todavía es así-, los despachos ministeriales y viceministeriales y nos cruzábamos con personas que no conocíamos.
Justamente en una reunión de trabajo con “Fito”, le preguntamos si esas personas él las había contratado, a lo cual respondió que no los conocía, pero dijo que iba a averiguar. Cuando pasaron las semanas, en otra reunión, nos comentó con cierto dejo de admiración y preocupación, que en todas esas oficinas que se encontraban en el piso 18, estaban llenas de militares y que los mismos controlaban todas las aduanas del país. Para “Fito” y el propio Presidente Cerezo resultó una tarea difícil sacarlos de ese espacio.
Igual, también en esos primeros años del gobierno de Cerezo, en una reunión en la Cancillería, fui testigo de como un ministro de la defensa le increpaba feamente a un viceministro la contratación de su gente, ante lo cual dicho vice le respondió que se iba a realizar la contratación por medio de un proceso de evaluación propio de recursos humanos, ante lo cual el ministro respondió airado que eso no era así, que siempre su personal tenía esos puestos y se retiró molesto. Cuando le preguntamos al amigo vicecanciller nos indicó que el personaje se refería a los consulados como coto también de militares.
Por lo tanto, todo lo que ocurre ahora no es nuevo. Es la suma de años de saberlo y dejar pasarlo por diferentes gobiernos, todos viviendo en mutua connivencia con estas mafias, que hoy bajo el trabajo quirúrgico de la CICIG y el MP muestran sus facetas más oscuras, así como se evidencia como funcionan tanto adentro como afuera, así como se encuentran vinculados funcionarios del más alto nivel, así como otros operativos o de mediana jerarquía.
La discusión al final pasa por reconocer que las aduanas y la SAT siempre fueron un espacio en donde se permitió –por acción u omisión-, redes de corrupción de inmensas raíces y ramas, si no se reconoce este primer aspecto, cualquier cambio caerá al vacío. Luego la discusión con respecto la SAT y la antigua Dirección General de Rentas Internas, muestra según datos que me proporcionó mi buen amigo Luis Martínez, una relación mínima de diferencia entre lo que recauda una y lo que recaudó la otra, ¿entonces?, será que la discusión de la pertinencia del directorio o si el superintendente es nombrado por este cuerpo colegiado, debe visualizarse en un espectro más amplio y mucho más profundo que cambios cosméticos en el ámbito de la gestión, principalmente si se mantienen incólumes las redes de corrupción en las aduanas.
Yo creo que la Superintendencia de las Aduanas es el primer eslabón, no es casual que ahí se genera una proporción importante de los ingresos tributarios como es el IVA de Importaciones y los Derechos Arancelarios, que sumado al IVA doméstico fácilmente alcanzan el 60% de la tributación. Al final, la mayor importancia de la SAT está en la capacidad de generar más tributación, así como simplificaciones en la estructura tributaria, e igualmente modificar la relación de impuestos directos e indirectos. Seguramente la discusión sobre la SAT tiene para largo.