Martín Banús
marbanlahora@gmail.com

El Congreso de la República debe considerar como “terroristas”, a quienes atentan contra la vida de los guatemaltecos o contra la estabilidad del país.

Sorprendidos e impresionados aun, por los gravísimos y recientes atentados con bombas y contra la población indefensa… Estamos ante verdaderos terroristas y requerimos del Estado, una respuesta categórica y radical; ¡no más paños tibios! Se trata de una escalada de violencia inadmisible dentro de cualquier estado de derecho…

La primera de estas bombas, la del pasado domingo 6 en una de las unidades del transporte extraurbano, con lamentable cauda de un guatemalteco muerto (carbonizado) y 17 heridos con quemaduras de diferente gravedad. La segunda, el día de ayer por la mañana, en un puesto informal dedicado a la venta de comida. Las bombas fueron detonadas al mejor estilo terrorista: a distancia y sirviéndose para ello de teléfonos celulares. Ambas bombas dirigidas contra gente sencilla y trabajadora cuya “culpa” es, resistirse, -con toda razón-, a ser chantajeadas por criminales que el sistema no ha podido ni querido detener.

Ya hay quienes especulan sobre, si el fruto de tales extorsiones va o no a la bolsa de las autoridades, mismas que pudiendo y debiendo, no ponen fin a tales actos con consecuencias fatales e irreversibles, como lo es la pérdida de vidas humanas, únicas e insustituibles.

Lo decimos en nombre de cientos de miles, si no de millones de guatemaltecos: ¡queremos ver muertos a quienes han asesinado a otras personas! Personas como todos nosotros, connacionales que luchamos cada día para ganarnos el pan de forma honrada y legítima.

Ya estamos hartos al comprobar un vez más, la inconveniencia de gente corrupta, hipócrita e incapaz, cuya obligación y prioridad es proteger, -por sobre todo-, nuestras vidas… ¡Todo lo demás, es lo de menos!

Resulta verdaderamente una prueba a la paciencia de cualquier pueblo, leer y escuchar las declaraciones del Ministro y Viceministro de Gobernación: ¡Y es esa precisamente, nuestra indignación! Con nuestros impuestos se paga a estas y otras personas, para que se anticipen a estas atrocidades que cuestan tantas vidas inocentes, pero siempre parece que la “autoridad” va un paso atrás, como si ésta fuera parte del crimen mismo… Juzguen ustedes cuán avisado puede ser el ministro cuando dice que: “fue una clica del barrio 18”, ¡Vaya! ¡Qué gran descubrimiento! Todos sabían que en ese barrio operaba dicha mara., pero esperen, aquí va otra: dijo que, “seguramente tuvo que ver con las extorsiones”. ¡Este tipo es un genio! ¿Algo más que no podamos suponer los ciudadanos? Dijo también el Ministro de Gobernación, que, “se utilizarán todas las capacidades técnicas para dar con los responsables”; ¡qué alivio! ¿Todas las capacidades? Como si no fuera eso lo que se ha hecho siempre, hasta llegar al día de hoy, con estos bombardeos en plena “época de paz y de democracia”.

No nos impresiona ni nos inspira tampoco confianza alguna el señor Ministro y su mancuerna cuando dicen que, “se están haciendo las pesquisas correspondientes”, como si no fuera eso mismo lo que dicen cuando aparecen mujeres y niños descuartizados por toda la ciudad… ¿Son o se hacen? Si no pueden o no saben resolver los mortales problemas de violencia con los que tenemos que lidiar a diario los ciudadanos, por favor, apelen a su escaza decencia ¡renuncien y lárguense!

El Estado, -entiéndanlo bien-, debe garantizar la vida de todos los guatemaltecos, hasta el último de nosotros, por lo que eso de capturar a los responsables ya sirve de poco una vez que gente inocente ha muerto, pues dicha institución, -por qué no lo entienden-, debe ir adelante del crimen para evitarlo, para fraguarlo, para impedir que nos sigan asesinando, o con suerte, para ya no seguir viviendo una psicosis producto de gobernantes incapaces ante esta mortal delincuencia, ahora sí, de corte terrorista.

Exijamos, en aras de la vida, que se implemente la pena de muerte para los asesinos, para que los otros asesinos potenciales, sepan que morirán si matan a alguna persona.

Quienes niegan el tremendo valor disuasivo que tiene la pena de muerte a asesinos, siempre y cuando sea dictada por los tribunales del sistema judicial, seguramente es, o porque son mareros, porque se benefician de alguna manera con los frutos de la extorsión y del crimen, o porque simplemente son tontos; no hay de otra… ¡No ajusticiar a los asesinos, es estimular el asesinato de inocentes! ¡Exijámoslo por la vida!

Ya es hora de dejar a un lado lo que no ha funcionado y se ha pagado, además, con sangre inocente. También es evidente que las cosas van para peor, al punto que mañana esta misma gentuza podrían recurrir a lanzar granadas a vehículos en circulación o cualquier otra fechoría semejante, con tal de exigir dinero… ¡Dios no lo permita!

Exijamos a las autoridades que anuncien cuándo y cómo, irán bajando el número de muertes diarias de connacionales… Si no pueden decirlo, es porque no saben cómo hacerlo y en ese caso, mejor sería que renuncien y se larguen; después de todo, ¡no es ningún favor el que no hacen!

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