Dra. Ana Cristina Morales

Parece ser que las personas mantienen una constante lucha contra el tiempo. Hay muchas cosas que hacer, que cumplir, y un orden de prioridades no es tomado en cuenta.

Con frecuencia se oye la queja de que no hay tiempo, ante todo, cuando se trata de compartir con los demás, de procurarse cuidados, de realizar actividades que provoquen gusto y satisfacción por y en la vida. La premura gana, en la cabeza hay más de una idea, se está y no se está en un lugar al mismo tiempo. Porque no hay delicadeza con el presente, en lugar de ello, existe un corre y corre, que en la mayoría de oportunidades, resta sentido a la vida.

Una anécdota que me parece paradójica es la siguiente:

Me encontraba dentro de un banco cercano a la oficina y tuve la oportunidad de presenciar este suceso: De manera apresurada una mujer camina hacia la cola de atención al cliente. Un hombre sentado en espera, con un turno previo a ella, de forma cortés le cede su lugar. A lo cual, ella no chistea en ocuparlo, y escasamente responde con un gracias, ante el amable gesto. Él parece tener tiempo y ella no, ella solo observa como objetivo ser atendida pronto; desea realizar su gestión y salir del banco, ya tiene un compromiso que le espera.

La secretaria le pregunta: –¿Sabe quién es el señor? A lo cual, no necesita responder, porque pregunta y respuesta son brindadas por la misma persona, quien le dice: “Es un abogado prominente, muy famoso, pero ahora, se encuentra muriendo de cáncer”.

La mujer retoma la mirada hacia él, quien se observa con postura tranquila, holgada y hasta cortés. Parece que se pregunta así misma ¿Qué pasa? Sí su muerte se presume cerca ¿Por qué él siente tener tiempo? Y aún lo concede a los demás.

Es una observación a reflexionar, que durante la niñez el tiempo no es un límite y pareciera ser, que cuando se acerca la muerte, el orden de prioridades cambia y se suele tener más tiempo, que cuando ésta, se vislumbra lejos.

El tiempo no se tiene, eso es solamente un decir, pero este, sin duda, trascurre en la vida de cada quien. Habrá quienes lo ocupan de manera versátil, y otros, quienes solo lo han dejado pasar, sin llegar a permitir, trascendencia en su existencia.

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