Isabel Pinillos – Puente Norte
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Dentro de un sistema electoral sofisticado como lo es en Estados Unidos, el “supermartes” es la primera fecha en que se comienzan a perfilar las tendencias que marcan la carrera hacia la Presidencia. Ayer, en un mismo día, 14 estados eligieron de manera simultánea al 24% de los delegados republicanos y 22% de los delegados demócratas que asistirán a sus respectivas convenciones nacionales para elegir su candidato. Es el día en que más electores son disputados durante las primarias, en estados ubicados en el sur y sureste del país, incluyendo el importante estado de Texas.

En el partido demócrata, Hillary Clinton, como se anticipaba, ganó 544 delegados, contra 349 de Bernie Sanders. Vencer a esta mujer que cuenta con la mayoría del apoyo del partido, y que además tiene una amplia carrera política como senadora, primera dama y Secretaria de Estado será una tarea cuesta arriba para Bernie.

Pero es del lado republicano en donde en la última semana los insultos se han elevado de tono entre los candidatos. Tanto Marco Rubio como Ted Cruz, en un intento de último momento, comenzaron a arremeter efusivamente en contra de Donald Trump. A pesar de ello, éste obtuvo ayer 285 de los votos, contra 161 de Cruz y 87 de Rubio.

En una persona que aspira a ser el presidente del país más influyente en el mundo, se esperaría cierto grado de mesura y asertividad. Pero Trump no es capaz de contenerse, e insulta a las mujeres, los inválidos, los musulmanes, los indocumentados y otras minorías. Ha citado frases de Mussolini y lamenta que se hayan terminado las dictaduras de Gadafi y de Hussein. El filósofo Noam Chomsky ha indicado que el ascenso de Trump es parecida al de Hitler, “con una atmósfera propicia para una dictadura en una sociedad que se siente atemorizada y enojada.”

El último escándalo ocurrió durante una entrevista en CNN, cuando se le preguntó a Trump sobre el apoyo a su candidatura por un simpatizante del Ku Klux Klan a lo cual respondió de manera evasiva, sin mostrar ningún rechazo. Las reacciones no tardaron en venir, al punto de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, declaró enérgicamente que “quien fuera postulado para el partido Republicano, debe rechazar cualquier grupo o causa fundada sobre la base del prejuicio.” Desde Washington algunos senadores republicanos lamentan el rápido ascenso de Trump, pidiendo un voto de cordura entre el electorado.

Es importante comprender que así como Trump genera anticuerpos, su mensaje de “hacer que el país sea grande otra vez” ha encontrado nicho, principalmente en el hombre blanco que se siente desplazado por “otros”, por fuerzas extranjeras. Los valores que Trump desea restaurar son los de esta clase blanca con acceso limitado a educación superior, que se ha creído las promesas populistas propias de países menos desarrollados. Sus electores admiran la habilidad del candidato porque dice lo que según ellos nadie se atreve a decir, especialmente si es “políticamente incorrecto”.

Los resultados de ayer vienen a desmentir la creencia de aquellos que subestimaban a Trump, quienes lo veían como un hombre del espectáculo, cuyo discurso antipolítico no tendría impacto en el electorado. El siguiente “Supermartes” será el 15 de este mes, y para finales de marzo dos terceras partes de los delegados republicanos habrán sido electas. De continuar esta tendencia en el voto, Donald Trump, ante la mirada perpleja del mundo entero, podría ser el próximo inquilino en la Casa Blanca.

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