Martín Banús M.
marbanlahora@gmail.com

Cuando pensamos en Guatemala y sus problemas nos viene a la mente aquel viejo y paradigmático problema geométrico-matemático, llamado o denominado, “la cuadratura del círculo”. Se trata, éste, de uno de los problemas matemáticos aun sin solución conocida y consiste en tazar un cuadrado con un área exacta al de un círculo dado, valiéndose para ello, tan solo de regla y compás. Viene a ser, -esta cuadratura del círculo-, como aquel otro problema matemático sin solución exacta, como lo es la raíz cuadrada del dos… ¡Inexacta hasta el infinito!

Cuando escuchamos las noticias en los medios informativos, cuando leemos la mayoría de las múltiples columnas de opinión, cuando oímos los argumentos que exponen amigos o conocidos, en relación con lo que sucede en el país y, “lo que se debería hacer”; cuando nos enteramos de las “disposiciones y decisiones” de los gobernantes en los tres poderes del Estado, incluso cuando estudiamos un poco sobre la historia reciente y no tan reciente de nuestra patria y vemos que todo ello no es sino la continuación de lo que ya mucho antes se ha hecho sin resultados verdaderamente trascendentales, es cuando confirmamos la imposibilidad práctica de conciliar tantas y tan particulares posturas, tal y como si se tratara de igualar aquellas áreas entre el círculo y el cuadrado. O sea, ¡la imposible cuadratura del círculo!

Podemos afirmar, sin el menor temor a equivocarnos, que todos esos ejercicios de opinión antes mencionados, no vienen a ser sino vanos y egóicos ejercicios de opinión, unos más interesantes y fundamentados que otros, pero que en nada o en casi nada aportan de hecho, a los grandes y determinantes cambios que se requieren para cambiar significativamente la triste y mediocre realidad de nuestro país. Lo expresamos frontal y claramente:

Si después de 30 años de era “democrática” y “constitucional”; si después de haber recibido tantísimas ayudas y préstamos por parte de organismos extranjeros; si después de contar y gozar de tantas libertades y derechos; si después de haber visto pasar a tantos presidentes de los tres poderes del Estado que se vanaglorian estúpidamente por supuestamente haber hecho maravillas durante su gestión; si después de haber votado y habernos decepcionado tanto y tantas veces con aquellos oscuros personajes en los tres poderes del Estado; pero también, después de hartarnos con los otros poderes que están de adorno, como los son algunos medios de difusión vendidos, algunos bancos blanqueadores, colegios profesionales y todas las demás instancias como la Corte de Constitucionalidad, la Fiscalía General, la Procuraduría General de la Nación, etc.; si habiendo contado con tantas bendiciones como un clima privilegiado, con la enorme variedad de alimentos ayudados por las siempre infaltables lluvias; habiendo tenido una privilegiada posición geográfica; teniendo una riqueza incomparable de nuestros suelos, ríos, lagos, mares y océanos; si después de un conflicto armado interno tan bestial; si después haber derramado la sangre de cientos de miles de personas que han muerto por las “balas ideológicas”, simples balas de extorsionadores o por puras causas de vergonzosa desnutrición, disentería, etc., por razones de puro y duro tercer y cuartomundismo; si después de todo eso no hemos podido, -ni mucho menos-, garantizar al menos la vida, ya no digamos la salud, la educación, o una vivienda digna y un trabajo estable a la mayoría de los guatemaltecos; si después de tantas ventajas y oportunidades a lo largo de tantos años predicando y practicando sistemas y modelos político-económicos, sólo ha servido para confirmar que entre guatemaltecos nos hemos jodido de alma, engañándonos, explotándonos, asesinándonos y vendiéndonos…, pues entonces, estimados lectores, debemos optar por reconocer sin ambages así como triste y llanamente, que somos un pueblo verdaderamente imbécil que no sólo no aprende de sus errores sino que, además, está condenado a repetirlos indefinidamente, para satisfacción y provecho de otros guatemaltecos más “listos” y perversos, ya sea desde el gobierno de turno o desde afuera de él.

Cada vez son más los que están llegando a la conclusión de que la bendita democracia, tal y como la concebimos y nos la han exigido e impuesto, nos ha impedido hacer de nuestro país, una nación próspera y justa, promoviendo más bien, -y a los resultados nos remitimos-, los eternos círculos de corrupción, de violencia y subdesarrollo crónico de Guatemala.

Pues sí, si ese ejercicio democrático con todas sus peculiaridades nacionales, se nutre del apoyo y aceptación de la mayoría de los ciudadanos, y es por medio de este ejercicio democrático tan particular y comprometido, que unos pocos desgraciados de turno nos han embaucado y esquilmado prácticamente a lo largo de toda nuestra historia, pues entonces estamos ante la irrefutable evidencia, -quién lo podría negar-, de que somos un pueblo mayoritaria y democráticamente muy bruto, y no será obviamente, por la vía democrática, como saldremos adelante… ¡Falta mucho para ello!

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