Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El día martes quedó demostrado que si los ciudadanos decidimos jugar un poco nuestro papel de manera responsable y sobre todo de forma comprometida de cara al futuro de nuestro país, las cosas pueden ir avanzando aunque el trecho es aún largo y difícil.

Diputados, discípulos de las más rancias estructuras del Estado, pusieron en evidencia que el Ministerio Público (MP) y las investigaciones de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) los tienen preocupados porque sienten cada vez más cerca el brazo de la justicia y ante ello, se aprestaron a querer limitar el trabajo del MP aunque por la reacción social el tiro les salió por la culata.

Ahora que los diputados se apresuran a querer aprobar la Ley Electoral, felices, porque ese chapuz no hace más que apuntalar este corrupto sistema por medio del cual quienes fueron a votar les dio el voto a un sinfín de mafiosos y tránsfugas, debemos estar advertidos.

Las reformas a la Ley Electoral lejos de ponernos en una mejor posición nos ponen peor; los verdaderos tentáculos del poder salen fortalecidos con esta ley, porque podrán seguir financiando campañas sin ninguna pena o control para luego ser beneficiados con contratos de medicinas, obra pública, pasaportes, bonos, comida, publicidad, vestimenta, libros y un largo etcétera.

Precisamente porque no cambia nada es que ahora los diputados se quieren apresurar a pasar la Ley Electoral y dormir al pueblo, pero como dije en mi columna pasada, nadie podrá decir en el futuro que no sabía que nos seguían dominando las mafias, porque hemos sido varias las voces que no hemos flaqueado denunciando los verdaderos vicios del sistema.

Vicios dentro de los cuales está la Corte de Constitucionalidad (CC) y ahora que estamos en medio de un proceso para elegir a los futuros magistrados, vuelve a pasar lo mismo, es decir, las mafias se mueven para dar la apariencia que algo cambiará pero en realidad buscan apuntalar al poder paralelo.

Y es que en el proceso de selección debe haber total transparencia y el llamado a liderar con el ejemplo lo tiene la Universidad de San Carlos que en los últimos meses ha luchado por un cambio de sistema y esto nos dará una buena pauta de qué significa el cambio para ellos; del Ejecutivo, del Congreso, de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y del Colegio de Abogados se puede esperar muy poco, salvo que usted se haga escuchar.

Quien desee ser transparente deberá, además de ser muy cuidadoso con la elección de su magistrado titular, ser extremadamente cuidadoso con la elección del magistrado suplente, porque han sido, son y serán estos los grandes operadores de la impunidad y el tráfico de influencias; hay bufetes a los que los contratan solo por la influencia que supone decir que su abogado fue, es o será nada más y nada menos que magistrado suplente ante la CC.

Los candidatos a las magistraturas suplentes deben ser igual o más escudriñados que los titulares respecto a su origen, a los intereses que representan y cómo se mueven en su vida privada/profesional; quienes nombran deben procurar incidir para que en el futuro quienes sean suplentes no puedan ejercer la profesión.

Cualquiera podrá decir en el futuro como el Embajador de Estados Unidos en la última elección de jueces y magistrados a la CSJ, es decir, que se cumplieron con los formalismos para nombrar, más no así con el fondo de nombrar a personas con méritos de capacidad, idoneidad y honradez.

Y por último, mucho ojo con esas voces que juran que quieren un cambio de sistema pero aprovechando que a la gente se le duerme fácil, hasta proponen nombres para la CC de los mismos creadores, guardianes y operadores de este putrefacto sistema.

La lucha aquí en parte es en contra de quienes dicen querer un cambio, pero que son parte del sistema y han sabido sacarle raja, aunque una vez más, esto siempre ha dependido y sigue dependiendo de usted.

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