Juan José Narciso Chúa

La impunidad en Guatemala ha representado una constante permanente, la lucha contra la impunidad hoy es un proceso inacabado que busca convertirse en un espacio trascendente para construir un Estado de derecho democrático y que hoy se encuentra inmerso en un paréntesis esperanzador, a partir de la valiente posición de la Fiscal General y del indiscutible apoyo del Comisionado de la CICIG. El resultado de lo que hoy se busca mejorar ha pasado por una historia llena de altibajos pero su constante ha sido marcada por el absurdo de mantener a las instituciones encargadas de la justicia bajo presión, bajo asedio y bajo control.

Esta situación ha mostrado cómo se han controlado a los tribunales de justicia, para lo cual se han utilizado una serie de mecanismos ilícitos para que los jueces emitan sentencias previamente establecidas, de tal forma que la justicia llega únicamente a aquellos que no cuentan con respaldo financiero, ni mucho menos conexiones de alto nivel, con lo cual cualquier caso, termina dándole la espalda a la justicia y favoreciendo a aquellos grupos que han hecho de la impunidad un negocio.

Pero también la impunidad se construye desde el Congreso de la República, en donde justamente en estos días, cuando se discuten las modificaciones a la Ley del Ministerio Público, se ha podido observar con suma precisión, cómo un grupo de diputados, incluso vinculados al actual gobernante, han buscado reducir el espacio de maniobra para la investigación criminal al Ministerio Público, con toda la perversa intención de no permitir que continúe la ola renovadora en el MP, que ha incluido casos que, para muchos, se habían sepultado en el pasado y que descansaban tranquilamente en el espacio de la impunidad por el olvido.

El Ejecutivo no se ha quedado atrás. Se pudo ver cómo durante el gobierno de Otto Pérez Molina, se buscó destruir toda la institucionalidad de la paz, justamente con la idea de terminar «por decreto», con la lucha por la justicia en materia de derechos humanos. Igualmente, dicho régimen buscó incesantemente acabar con el mandato de la CICIG, sabiendo de antemano que ello le evitaría malos momentos, que al final concluyeron provocando su estrepitosa caída, destapando, por medio de investigaciones criminalísticas profesionales, la telaraña de auténticas mafias que se agenciaban de recursos del propio fisco, en la institucionalidad más importante de la tributación en el país.

Hoy se abre un nuevo capítulo para luchar contra la impunidad, pero también otros grupos buscan que este capítulo se convierta en el espacio para profundizar la impunidad en Guatemala. La elección de los nuevos magistrados de la Corte de Constitucionalidad representa la posibilidad de recrear un nuevo tribunal constitucional, con profesionales probos, con personas honorables, pero principalmente con hombres y mujeres independientes, que reconocen que conducir un tribunal como el constitucional, representa el espacio de mayor importancia para el estado de derecho de un país, en donde la justicia debe prevalecer por encima de intereses históricos que le han causado mucho daño al país.

La Corte de Constitucionalidad representa hoy un nuevo capítulo para acabar con la impunidad, pero no se queda ahí, en este honorable tribunal también se discuten decisiones de tipo económico que puede representar el cambio para romper con privilegios y evitar seguir favoreciendo a grupos y sectores que han disfrutado de espacios, leyes y condiciones que ya no deben de existir.

La elección de magistrados de la Corte de Constitucionalidad debe ser un nuevo capítulo para la probidad, para la justicia, para el derecho, no debe ser visto como la extensión de mandatos para aquellos que en nombre de la justicia y el derecho abusan de sus posiciones como magistrados ya reconocidos por su pobre trayectoria pero que buscan hoy reelegirse. Ojalá efectivamente el país pueda alcanzar una corte constitucional distinta y en donde en lugar de resolverse favorablemente para los mismos, se convierta en un auténtico tribunal de justicia para todos y lejos de la dolorosa impunidad.

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