Francisco Cáceres Barrios
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Muchos quisiéramos un presidente estadista, pero yo estaría contento con un hombre honrado que tuviera la disciplina como norma personal, porque le haya producido éxitos en su vida, como que la quisiera para dirigir o gobernar. La disciplina no es otra cosa que el conjunto de reglas de comportamiento con el fin de mantener orden y subordinación entre los miembros de un equipo. Es sabido por todos que si se usa siempre, se obtienen buenos resultados. Con esto más, que hay evidencias que en Guatemala sus antecesores, en el afán de hacerse multimillonarios, estas normas las hicieron a un lado lo que causó el desmadre que ahora estamos padeciendo.

Ejemplos abundan para demostrar lo anterior, pero baste lo que acaba de contar el nuevo Ministro de Gobernación, de que su antecesora Eunice Mendizábal se había llevado, con la emisión previa de un acuerdo gubernativo, seis vehículos para su protección, pese a tener derecho solo a tres de ellos, como que ese Ministerio del 2014 al 2015 había erogado Q54 millones en arrendamiento de blindados. ¡Vaya derroche! ¿Qué clase de disciplina financiera ha venido existiendo en esa dependencia? Y en otro orden de ideas, ¿podrá ser equitativo, ejemplar y efectivo que un conserje del Congreso de la República devengue el mismo salario que tiene asignado un policía de presidios?

Podríamos seguir narrando infinidad de casos que demuestran que lo que menos ha existido en los gobiernos y entidades públicas descentralizadas es un régimen disciplinario para ejecutar el gasto público, mucho menos el presupuestario y no digamos para lograr y llevar un efectivo control de los gastos e inversiones. Digo esto porque estoy completamente seguro que si el nuevo presidente Morales impusiera un estricto régimen disciplinario para efectuar compras y contrataciones, lograría tener más dinero para el sinnúmero de cosas que no puede llevar a la práctica precisamente por su escasez.

Por ejemplo, ¿cuál es la razón para comprar en el Estado solo vehículos lujosos, de gran tamaño, de alto consumo de combustibles con motores mayores de dos mil centímetros cúbicos de desplazamiento y por ende sumamente costosos? ¿Cuánto podrían economizar si se impusiera la norma disciplinaria de no adquirir vehículos más de 1,500 o 1,800 cc, limitando sus precios de compra a no más de 100 mil quetzales? Aquel funcionario que quiera lucirse con dinero ajeno, pues con tan buenos sueldos que reciben puntualmente, pudieran adquirirlo con dinero de su bolsa y no con el de los contribuyentes. ¿No les parece? Si no le gustara al presidente Morales la sugerencia ¿entonces, sin disciplina, cómo va a poder contar con más recursos para cubrir las necesidades imprescindibles que nos agobian?

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